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Edgar San Juan, subsecretario de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura, dice haber aceptado el cargo que le ofreció la titular de la dependencia, Alejandra Frausto, porque después de una reflexión comprendió que no podía permitir que “las mismas personas de siempre, tomaran las mismas decisiones de siempre”.

El cineasta tuvo un papel activo en las mesas de diálogo durante el periodo de transición, pero su acercamiento más importante con la comunidad cultural ocurrió hace un mes durante el Foro de Consulta que se convocó para discutir el futuro del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), a la distancia, asegura en entrevista que ese encuentro “áspero” dio origen a las mesas de trabajo que se harán en todo el país y reconoce que no estaba de acuerdo con el diagnóstico que se presentó a los creadores, y que como funcionario avaló, por considerarlo “parcial”. “Ante la opción de cancelar el evento o dar la cara, consideré que mi deber era dar la cara”.

A cuatro meses de gestión plantea algunas de sus líneas de acción, entre las que destaca dar impulso a la “innovación”, actualizar la agenda digital, traspasar los programas dedicados a niños y jóvenes a otra área, desarrollar festivales artísticos con alcance internacional de la mano de Relaciones Exteriores, motivar las industrias creativas y hacer ajustes al reglamento interno de la secretaría.

El funcionario, que estudió Ciencia Política en el ITAM, la especialidad de Guión de Cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica, y la Maestría en Cine Documental en la ESCAC de Barcelona, asegura que su perfil fue considerado por Frausto como el idóneo para ser el brazo derecho de la Secretaría, aunque no refirió cómo conoció a la funcionaria ni por qué ella estaba al tanto de su “posición crítica ante el gobierno”.

Su trabajo como guionista y productor de la película Norteado (2009), dirigida por Rigoberto Peréz Cano, cinta que obtuvo reconocimientos en los Festivales de Cine de San Sebastián, Rotterdam, Thessalónica, Freibourg, Marrakech, Abu Dhabi entre otros, lo pone como ejemplo de un “caso de éxito” derivado de los estímulos fiscales como el Eficine, al igual, dijo, como Roma de Alfonso Cuarón y Heli de Amat Escalante, sin embargo se analizarán cambios con el legislativo .

El cine es una de los temas que más le interesan al funcionario. Refiere que se invitó a los organizadores de los Premios Fénix, dedicados a la difusión y promoción de la cultura cinematográfica de México, América Latina, España y Portugal, y cuyos promotores anunciaron su desaparición por falta de apoyos, a que participaran en la convocatoria para acceder al programa presupuestario S268 de Apoyos a la Cultura, que funcionará con 500 millones de pesos que se incrementaron al presupuesto.

En el caso de los Premios Ariel que, se dijo, peligraban ante la falta de presupuesto, el funcionario asegura que pronto se dará a conocer el resultado del diálogo que mantienen con la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas.

Además, adelanta que están suspendidos los vales de cultura que fueron promovidos por el legislativo y que quedaron asentados en el Artículo 8 de la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, el cual establece que la Secretaría de Cultura “coordinará y promoverá el programa de asignación de vales de Cultura con la participación del sector social y privado, de las entidades federativas y de las alcaldías de la Ciudad de México, para incrementar el acceso a la cultura de los sectores vulnerables”.

Según datos de la dependencia, hasta el momento se tienen 114 mil 883 personas registradas en el portal web, pero sólo han sido activadas 25 mil 742, de las cuales 14 mil 22 se entregaron en la Ciudad de México y 3 mil 777 en el Estado de México. A la fecha, existen 89 mil 141 vales que permiten descuentos de hasta 20% en recintos culturales y librerías que no han sido entregados; la página www.mexicoescultura.com/vale, que se habilitó para que las personas soliciten una tarjeta está inhabilitada; el correo electrónico laculturavale@cultura.gob.mx no da respuesta a los usuarios que desean adquirirlos y no se ha informado qué se hará con todas los plásticos que aún no han sido entregados.

Alejandra Frausto, durante la transición, habló de una reformulación de los vales de cultura. ¿Ya se concretó?

No, estamos evaluando el proyecto. Estamos evaluando de qué manera podemos incrementar otro tipo de políticas públicas para generar un ecosistema en el que no dependas tanto de un vale cultural sino que haya maneras más sencillas para que la ciudadanía goce de todos los bienes culturales. Estamos incluso evaluando proponer alternativas de la mano del legislativo. Lo que daba ese vale es hasta 20% de entradas a sitios arqueológicos, museos, espectáculos, y creo que podemos hacer algo mejor que eso. Los estudiantes con credencial ya tienen el 50%, así que de alguna manera chocaba con otros descuentos. Ya no los estamos considerando porque queremos proponer algo mejor. Las tarjetas que están activas y las que se vayan a entregar a las personas que se registraron seguirán funcionando hasta que encontremos la manera de reemplazarlas. Para nosotros es importante no cancelar de un plumazo cualquier iniciativa de política pública que exista hasta que propongamos algo que funcione mejor. Estamos haciendo una minería de datos para ver dónde podemos incidir más.

¿Se está replanteando el reglamento interno?

Algunas partes, las que se consideran dentro de las cosas que para nosotros son muy necesarias como proponer una agenda digital, áreas de economía creativa, de innovación. Creemos que tenemos que facilitarle a los ciudadanos que hagan sus proyectos como creadores y quitar barreras burocráticas para que puedan acceder a fondos, a impulsos y para que se integren al sistema fiscal. Los creadores pueden ser unidades de economías creativas y que brinden bienestar. La mesa de diálogo que me tocó conducir fue la de estímulos fiscales con la comunidad cinematográfica, y a la conclusión a la que llegamos es que no teníamos que llegar a cambiar el Eficine porque la gente ya estaba lista para esos fondos y teníamos que cambiar las cosas en cogobernanza.

Tenemos que trabajar este año y ver si hay que hablar con el legislativo sobre los estímulos fiscales, para que a partir del 2020 se incrementen los cambios. También se está revisando el nombre de la subsecretaría de Desarollo Cultural porque creo que podemos acercarla al siglo XXI. Además, hay una parte que tiene que ver con festivales y cooperación internacional, estamos tratando de hacerla más estrecha de la mano de la cancillería.

Una de las competencias de la subsecretaría es el desarrollo infantil.

Alas y Raíces es una parte que estamos pensando rediseñar, creemos que podemos vincularla más con Cultura Comunitaria, puede tener más sentido trabajar junto con ellos para que los talentos más jóvenes puedan encontrar su voz. Estamos trabajando de la mano con Vinculación Cultural y reflexionando en cómo podemos hacerlo mejor.

¿Cómo llegaste a la subsecretaría?, ¿quién te invitó?, ¿por qué decidiste entrar a la política pública?

Son preguntas con muchas respuestas, me las hago constantemente. Mi primera vocación fue la Ciencia Política, soy politólogo, estudié eso porque quería cambiar a mi país. Por un tiempo me desenvolví como politólogo y descubrí que iba a terminar muy frustrado, eran los años 90, la corrupción y el amiguismo imperaban. Pensé que me iba a marchitar, que sería muy infeliz, pensé que me volvería igual que esos políticos. Por otra parte, siempre quise estudiar cine, así que en ese momento me fui al Centro de Capacitación Cinematográfica, me cambió la vida. Empecé a desenvolverme como cineasta, piqué piedra, vendía mis guiones, chalaneaba, trabajé desde cero, jalaba cables y detenía el tránsito. Sentí que eso era mi camino. Después comencé a ser parte de la industria cinematográfica y yo era de esas voces que siempre criticaba, que pensaban que se podían rediseñar las políticas públicas, que se atrevía a proponer opciones.

Alejandra Frausto me conocía como un creador, que tenía esta noción de la administración pública y conocía mi parte crítica. Después del triunfo electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador, Alejandra, en una conversación, me dijo que siempre criticaba, que siempre cuestionaba y que había llegado el momento de dar un paso adelante, de actuar. Me dio vértigo. Ella me dijo: ‘Tu perfil es perfecto, eres politólogo y eres creador, muy poca gente tiene ese perfil, luchas por la honestidad, por la transparencia y eso es algo que esta administración necesita’.

Después de un periodo de reflexión le dije que sí. Pensé que hay gente como yo que no está aquí por el dinero, ni por el poder, pensé que si yo no entraba aquí iba a dejar que las mismas personas de siempre tomaran las mismas decisiones de siempre. Pienso en que puedo hacer la diferencia.

Marina Núñez dijo que el diagnóstico del Fonca que presentaron el 7 de marzo está aparcado y en revisión. Desde la autocrítica, ¿por qué está así?

Porque lo había hecho Mario Bellatin bajo unos parámetros que consideraba óptimos, bajo unos parámetros que a mí no me entusiasmaban del todo porque siento que en el Fonca hay cosas que funcionan muy bien. No hubo mesas de transición sobre el Fonca y eso no nos permitió dialogar con la comunidad antes de implementar medidas para los creadores. Creo que no se había llegado a un diagnóstico tan preciso, no se había llegado al diagnóstico idóneo para poder implementar cualquier cambio. Y creo que a eso se refiere la doctora Núñez.

¿Por qué se presentó entonces?

Porque consideramos que teníamos que tener un diálogo con la comunidad; yo consideré que ante la ausencia por enfermedad del que en ese momento era titular del Fonca (Mario Bellatin), sentí que yo tenía que dar la cara, sentí que nos debemos a los ciudadanos.

¿Aunque no estuvieras convencido de lo que estaban presentando?

Ese es el diagnóstico que presentó Roberto Frías, yo no estaba... la verdad es que sentía que era un diagnósito parcial y, sobre todo, sentí que no se contaba con la voz de los ciudadanos, de los creadores, de la comunidad Fonca. Para mí era fundamental hablar con la comunidad Fonca hacia arriba y hacia abajo, con los jóvenes creadores de ahorita y de hace 25 años, con los creadores eméritos, con los del Sistema Nacional de Creadores. Quería que ellos escucharan a las autoridades. Ante la opción de cancelar el evento o dar la cara, consideré que mi deber era dar la cara, eso es lo que yo hubiera esperado desde el otro lado, que los funcionarios hablaran y nos escucharan. Esto es lo que creo que siempre propicié. Cuando hubo gente que empezó a hablar de que había simulación, les dije que podía quedarse la gente que quería continuar con el diálogo, y ahí se hizo el compromiso de las mesas de trabajo.

¿Hubo una ruptura con la comunidad?

No, no lo hubo, hubo un diálogo, áspero, pero hubo diálogo.

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