A Diamela Eltit la han movilizado las luchas sostenidas a lo largo de su vida, y en los últimos años su deseo, dijo, por la equidad literaria, por lo que llamó “la desbiologización de la letra”. Así lo afirmó ayer la escritora chilena al recibir el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2020, en el Palacio de Bellas Artes, donde también calificó al mundo ante la pandemia como un hospital en el que priva “la política de la enfermedad y la enfermedad de la política” y donde se sigue violentando y oprimiendo a las mujeres.

La intelectual, que celebró la literatura de Carlos Fuentes y ensalzó las virtudes de su libro Aura, dijo: “Lo que me moviliza es la democratización real de la escritura hasta donde concurran autoras y autores sin más garantía que el poder del libro” y agregó: “Una escritora no es una garantía de excelencia, pero un escritor tampoco, lo importante es la escritura, la estética, el deseo que recorre el texto, su audacia, su ritmo, la pausa, el ímpetu”.

Tras recibir el galardón que le entregaron la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto, y el rector de la UNAM, Enrique Graue, la autora de Lumpérica insistió en desbiologizar la escritura.

“Hoy me parece indispensable democratizar el espacio literario, repito: desbiologizar la escritura porque nosotras y nosotros habitamos una comunidad extraña, arriesgada. Me pregunto si acaso no deberíamos leernos como una igualitaria polis unida por el siempre sorprendente cuerpo de la letra, una letra que nos lleva a un espacio material y simbólico, misterioso, iluminador, siempre poético”, señaló durante su discurso de recepción del galardón que reconoce “su compromiso con la reinvención del lenguaje y la transgresión, sin perder de vista la dimensión ética y política”, como señaló el Jurado.

La ensayista, que escuchó a Silvia Lemus, viuda de Carlos Fuentes decir que su obra llevó a “transgredir la razón y desmantelar el tiempo” y que sus novelas “exploran los misterios de la psique femenina”, recordó sus años de vida en México, entre 1990 y 1994 —arrojada por la dictadura de Pinochet—, un periodo que fue “una de las épocas más privilegiadas y liberadoras” y le dio su “molécula” mexicana.

Durante la celemonia a la que acudieron amigos de la escritora como Margo Glantz y Marta Lamas, Frausto señaló: “Tu voz, Diamela, siempre será esencial para las nuevas generaciones de mexicanos”; y el rector Graue celebró su obra y afirmó: “Su trayectoria de vida, su compromiso con la acadademia, su activismo han contribuido al enriquecimiento de la literatura”.

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