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Ayer, tras la muerte del músico Armando Vega Gil el escritor David Huerta expresó: “Era mi amigo y era buen amigo, también, de mi esposa, la escritora Verónica Murguía. Lo queríamos y lo admirábamos; su muerte es una auténtica tragedia. Apenas puedo imaginar el trance por el que pasó en sus últimos momentos, ante una acusación desmesurada que decidió enfrentar de esta manera extremosa. Mi pésame a los demás integrantes de Botellita de Jerez. Estoy desolado”.

En Monterrey, después de recibir el Premio Nuevo León Alfonso Reyes, la escritora Margo Glantz defendió la importancia de la iniciativa #MeToo, pero advirtió que también se deben cuidar los excesos, “pues las redes sociales no ayudan a pensar”. Sobre el suicidio del músico dijo desconocer la situación que lo orilló a esa acción, “pero creo que es muy importante el movimiento #MeToo con todas las características y todos los excesos que puede tener, y que también tenemos que cuidar nosotras las mujeres”.

La muerte de Vega Gil trascendió el mundo musical; instituciones como la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México se manifestaron. En un comunicado, la dependencia indicó que se unía a la pena que embargaba a la familia y recordó que el músico colaboró en Código Ciudad de México en el programa Radio Cinema Paraíso.

Otro de los organismos públicos que lamentó la muerte de Vega Gil fue el Fondo de Cultura Económica (FCE). Recordó al bajista como fiel amigo y compañero de muchos trabajadores, aunque su muerte debía ser un recordatorio “para que las justificadas denuncias de acoso, machismo y violencia en contra de las mujeres no se conviertan en una persecución irresponsable”. (Con información de David Carrizales)

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