La comunidad dancística en México tiene más dudas que certezas respecto a cómo podrá retomar sus actividades presenciales dentro de los márgenes que ha impuesto la nueva normalidad. En Europa, por ejemplo, diversas compañías de danza clásica han retornado a los salones de ensayo usando cubrebocas y con grupos reducidos, mientras que en América hay compañías que han pospuesto todas sus actividades hasta el próximo año. En México, coinciden maestros y directores artísticos, las medidas para el regreso continúan en análisis.

En la “Guía básica reapertura de espacios culturales. Retorno seguro, saludable y solidario”, presentada el pasado 4 de junio por la Secretaría de Cultura, no existe una sola mención a la danza. La gestora y promotora de la danza, Erandi Fajardo, advierte que las autoridades culturales y las sanitarias soslayaron la creación de protocolos específicos para esta disciplina. “Hay autoridades que han pensado en los gimnasios, pero en Cultura no se ha planteado la profesión dancística y hay muchas academias y centros culturales que ofrecen talleres de danza que se están preguntando qué es lo que deben hacer, si bien faltan varias semanas, incluso meses para entrar al semáforo verde, me parece que vamos tarde”, dice en entrevista.

Los retos del ballet

Las compañías de danza clásica en diversas partes del mundo en donde ya ha comenzado el desconfinamiento, tenían como priodidad volver a los salones de ensayo para que sus intérpretes entrenaran correctamente. En México la Compañía Nacional de Danza, con 70 bailarines, codirigida por Elisa Carrillo y Cuauhtémoc Nájera, también tiene como principal objetivo regresar a clases. Por ello está elaborando un protocolo con en el que contemplan reducir los grupos en los salones.

“Estamos pensando en volver por grupos y en no exceder la cantidad de personas en una clase. Tengo claro que no usaremos cubrebocas porque no es recomendable para realizar ejercicio, pero sí estamos considerando la distancia. En Alemania se ha solicitado entre 4 y 5 metros de distancia, por eso una clase de 25 personas tendrá que ser de máximo 14, además cada grupo debe ser fijo para que podamos detectar los riesgos en caso de contagio”, dice Nájera.

El codirector artístico señala que también es importante la ventilación y advierte que una vez que vuelvan a los salones deben plantear un margen para que los bailarines recuperen su acondicionamiento físico. Sobre la programación, Nájera asegura que hay plan A, B, C y D.

“He revisado las opciones, tenemos que analizar muy bien los riesgos de volver muy pronto o muy tarde. No me atrevo a decir en este momento si volveremos al escenario en septiembre o en febrero del año entrante, lo que sí sabemos es que no tendremos miedo de tomar decisiones para garantizar la salud”, dice.

Las escuelas de danza

La Escuela de Danza Clásica y Contemporánea del INBAL tiene 270 alumnos y 81 maestros. Su directora, Carmen Bojórquez, asegura que esta será una generación que tendrá que enfrentarse a una nueva concepción de la danza. De momento, se preparan para hacer evaluaciones a distancia para los alumnos de nuevo ingreso y la conclusión escolar también será a distancia.

El regreso, asegura, no será fácil. Las clases podrían tener modificaciones sustanciales, la primero, advierte Carmen Bojórquez, es que habrá grupos reducidos. “En este tiempo hemos podido terminar los contenidos teóricos, eso nos permitirá usar más espacios y otros horarios para las materias prácticas. En nuestras clases estamos tomando en cuenta hasta el sudor, de modo que en un salón grande no deberá haber más de seis alumnos”.

Bojórquez explica que una médica del deporte los está apoyando en la realización de un protocolo, en el que contemplan como prioridad la ventilación. “También estamos revisando qué haremos con las fisioterapias, si es necesario comprar sábanas desechables. La Escuela no volverá a sus actividades presenciales hasta que el semáforo marque el color verde, quizá para ese momento estemos en un escenario distinto. Estamos solicitando los cubrebocas, vamos a ver qué es lo que haremos; tenemos espacios abiertos, eso nos podría permitir otras opciones”.

Las escuelas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY) de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México cuenta ya con un protocolo que está en vías de ser aprobado por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y contiene especificaciones para las escuelas de Danza Clásica, Danza de la Ciudad de México, Música Vida y Movimiento, y la de Iniciación a la Música y la Danza.

Las clases presenciales serían hasta septiembre y, según el documento, se diseñará un sistema de señales en paredes y pisos, para controlar y dirigir la movilidad y estadía según los criterios de sana distancia, en pasillos, áreas comunes, baños, vestidores, incluidas aulas y salones; los alumnos deberán presentarse con ropa de trabajo ajustada al cuerpo en dos piezas (no leotardos, ni unitardos) y se deberán diseñar las clases técnicas de danza para trabajar en un espacio personal de 4 x 4 metros; así como desinfección de espacios cada dos horas; entre otras cosas.

Erandi Fajardo forma parte del Comité Congreso Nacional de Danza que convoca a trabajadores de la danza, durante el confinamiento han mantenido pláticas virtuales en las que surgieron demandas para reactivar este sector, las cuales han sido enviadas a autoridades culturales en todo el país. También han compartido inquietudes, la más común es cómo volver a los espacios de trabajo.

“La mayor demanda en este momento es la asesoría a nivel federal para la reactivación de las academias de danza. Hay una atención hacia los gimnasios, pero las academias necesitan tener lineamientos claros para poder reabrir; también han solicitado capacitación y materiales de desinfección para los espacios. Las academias articulan fuentes de trabajo para muchas personas y la petición en este sentido ha sido muy grande”, dice.

Danza contemporánea y Folclórica

Laura Rocha, directora de Barro Rojo, dice, no duerme sólo de pensar en si será necesario replantear sus obras para que sobre el escenario haya pocos bailarines.

“La ‘Guía’ de la Secretaría de Cultura está bien, pero no tiene mecanismos definidos para regresar a la actividad dancística. Establece la reducción de aforo, de los elencos, pero es realmente muy difícil. En Barro Rojo somos 10 bailarines, más cinco personas del equipo. Nuestra compañía ha luchado por tener un elenco grande, es fuente de empleo de familias, y la nueva situación nos plantea que sólo trabajemos con la mitad y no define las especificaciones para un trabajo basado en el contacto físico”.

Además, Barro Rojo tendrá que valorar qué es lo que puede programar en el futuro próximo. “Tenemos obras de repertorio con menos bailarines, pero aun así tenemos que revisar lo que sí podemos hacer y lo que no. Al mismo tiempo estamos trabajando coreografías para solos y duetos, que curiosamente no nacieron a partir de la pandemia. Una de las cosas que no me deja dormir es que muchas obras tienen contacto constante, cargadas, duetos”, dice.

Alejandro González Herrera es director Compañía de Danza Folklórica de la Universidad Autónoma de Nuevo León con 60 integrantes, su sede es el Teatro Universitario y es posible que su regreso pueda ser en septiembre próximo. “Estamos pensando que podemos volver a trabajar de manera presencial en tres meses, pero tenemos el reto de pensar en cómo lo vamos a hacer porque la tradicional de Nuevo León es siempre en pareja, se toman de las manos, de la cintura, hay contacto físico inevitable”, dice.

Sin embargo, González dice que le tranquiliza saber que durante la cuarentena no ha tenido casos de contagio. “Los alumnos han sido muy responsables, muy cuidadosos de su salud y de la de los demás, quiero pensar que nos mantendremos así, que cuando sea el momento de volver todos seguiremos dándole prioridad máxima a la salud; no será posible que estemos los 60, pero sí podemos empezar a trabajar por grupos de 20 y plantear una distancia entre ellos, será difícil pero haremos lo que nos pidan”.

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