Resguardadas en una bodega de la se encuentran tres esculturas que datan del siglo XX, las cuales se catalogaron como extraviadas durante más de 10 años.

Estas piezas, emblemáticas para la identidad de Coyoacán, presentan un buen estado de conservación a pesar de que en el pasado sufrieron daños por intento de robo y vandalismo.

Las esculturas son la Coyota, realizada por Gabriel Ponzanelli Quintero para el conjunto Los Coyotes; el busto de Francisco Sosa, elaborado por Raúl Chávez Salcido; y Martín Cortés —conocido como El niño Cortés—, que pertenece al conjunto escultórico El Mestizaje y que fue elaborado por Julián Martínez Sotos.

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Las tres obras fueron rescatadas por el trabajador de Imagen Urbana de Coyoacán, Homero Franco Ayala, quien las resguardó en una bodega hace ya más de una década.

Cada una de estas piezas lleva consigo una parte de la historia de Coyoacán, lugar del sur de la Ciudad de México que se volvió emblemático por su riqueza cultural, artística e histórica.

El hallazgo de las piezas se derivó de una investigación realizada por la directora de Cultura de la alcaldía, Hilda Trujillo, quien las rastreó gracias a la ayuda de vecinos de la demarcación.

“La búsqueda de las piezas empezó cuando Carlos Martínez Assad, vecino de la Plaza de Santa Catarina, lugar donde se ubicaba el busto de Francisco Sosa, me comentó que reunió dinero para reemplazar esa pieza porque se había perdido, hicieron una obra similar, pero de fibra de vidrio; él me contó y yo comencé a investigar sobre el paradero de la pieza original”, expresó Trujillo.

La también promotora cultural relató que una amplia cantidad de vecinos conocía la historia de estas tres esculturas, por lo que se animó a rastrearlas por diferentes vías.

“Fue un proceso largo, estuve preguntando mucho a diferentes personas de la alcaldía y a algunas dependencias, hasta que el miércoles de la semana pasada di con el señor Homero Franco”, contó la funcionaria.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Homero Franco Ayala expresó que el resguardo de estas piezas se derivó de su trabajo, ya que es un trabajador comprometido con Coyoacán, lugar donde ha vivido siempre.

La Coyota de Taxqueña

Es bien sabido que el significado de Coyoacán es “Lugar de Coyotes” en náhuatl, por lo que este animal es clave en la historia de la alcaldía. Representado en la Fuente de los Coyotes ubicada en el Jardín Centenario y presente en el Zoológico de los Coyotes, la presencia de este mamífero es fundamental para la identidad de la demarcación.

En 1980 el conjunto escultórico Los Coyotes, del artista Gabriel Ponzanelli Quintero, se colocó en la fuente monumental del paso a desnivel sobre Calzada de Tlalpan y Avenida Taxqueña.

Este conjunto contaba con dos piezas, que representaba a dos coyotes, un macho y una hembra. Sin embargo, no se sabe en qué momento desapareció la pieza del coyote macho. Durante años, la coyota permaneció solitaria en el lugar, hasta 2001, cuando el lugar fue remodelado y la escultura quedó en el olvido.

Franco Ayala reveló que, después de la remodelación de la fuente donde se encontraba la pieza, ésta estuvo cambiando de lugar, hasta que terminó en el Parque Xicoténcatl.

“Desde hace 25 años esta pieza estuvo en diferentes lugares de la alcaldía: primero, en la fuente monumental del paso a desnivel, de ahí se quitó y anduvo rodando, se trajo a esta bodega y luego se la llevaron a la dirección de Alumbrado para ponerla en la Glorieta de la avenida Imán y Gran Sur, pero no la quisieron, así la hemos tenido”.

Sobre el coyote macho, Franco Ayala explicó que la pieza está perdida desde hace 25 años, y que no tienen indicios de su paradero o quién pudo sustraerla.

El niño Cortés y el busto de Sosa

El mestizaje, conjunto escultórico que representa la unión de dos razas, está en el Parque Xicoténcatl. Este conjunto, realizado por el escultor Julián Martínez Sotos, se compone de tres personajes: Hernán Cortés, Malitzin o Marina y Martín Cortés, el hijo de ambos personajes históricos.

“Hace más de 10 años, unos compañeros de limpieza de parques y jardines pasaron y encontraron tirado al Niño Cortés, al lado de la escultura de El Mestizaje, la levantaron y la guardaron por años, hace poco me la encargaron y la he conservado aquí desde entonces”, relató Franco Ayala.

Sobre las razones por las que rescató el trío de esculturas, el trabajador de la alcaldía explicó que es su deber como trabajador de la demarcación.

“Normalmente encontramos los basamentos con grafiti, sucios, maltratados, también las esculturas, la escultura de Morelos, en Canal Nacional, la dañan seguido; también la de León Felipe en Osa Mayor, incluso las esculturas de Miguel Ángel de Quevedo son dañadas, y la Fuente de Coyotes también la grafitean”.

El busto del historiador Francisco Sosa fue elaborado por el artista Raúl Chávez Salcido, y se colocó en la Plaza de Santa Catarina, en un pedestal de cantera, donde permaneció desde 1973 hasta 2010, año en que desapareció.

Al igual que la escultura de Martín Cortés, el busto se encontró tirado cerca de su basamento, por lo que personal de la alcaldía lo resguardó en una bodega.

Años después de la desaparición de la pieza, el historiador y vecino de Coyoacán Carlos Martínez Assad, comenzó a reunir fondos para elaborar un reemplazo. En 2013 se colocó otra escultura de fibra de vidrio en el mismo basamento.

El destino de las piezas

Hilda Trujillo adelantó a este diario que las tres piezas serán sometidas a un proceso de restauración y limpieza para después ser exhibidas en el patio de la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles de forma temporal. En ese tiempo, expertos en la materia decidirán en qué lugar definitivo permanecerán las piezas.

“Esperamos que las piezas puedan permanecer en centros culturales de Coyoacán, es peligroso que estén en vía pública ya que pueden ser vandalizadas o robadas”, apuntó Trujillo.

Aunque el desenlace de estas piezas cierra de manera positiva, otras esculturas de Coyoacán siguen desaparecidas, tal es el caso del coyote macho y una escultura de Jaime Sabines que desapareció del parque Épsilon en 2010.

En esta historia destacó el esfuerzo de Homero Franco Ayala, quien, declaró, resguardó las piezas a pesar del caso omiso de las autoridades de volverlas a colocar en su lugar.

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