No son tiempos para una obra estética. Son tiempos feos, de miedo, de paranoia, enfermedad, muerte, duelo. Por eso, el artista acude a la palabra leviatán para definir su obra La serpiente de los días. No es una definición de las características físicas de la pieza, es más bien la palabra que resume sus significados y cómo es que ella capta esas sensaciones de lo que como humanidad hemos vivido en esta pandemia.

La instalación La serpiente de los días, que está puesta en el patio central del Museo Kaluz, institución que comisionó una pieza al artista, es una obra que tiene 500 máscaras de aluminio, y en el piso, bajo la serpiente, hay 300 hechas de cerámica blanca; suman 800 máscaras.

La pieza principal, que tiene un peso de 400 kilos, es una serpiente, una especie de ser mitológico, constituida de esas máscaras enfiladas, puestas a modo de collar, continuas, que elaboran formas sinuosas, y cada una diferente a la anterior; toda la obra se prolonga por el patio.

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Carlos Amorales, en entrevista, cuenta cómo nació la pieza:

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—¿Qué lugar tenía la máscara antes en tu obra con relación al que ahora tiene?

—Antes, la máscara era un lugar para esconderte, un lugar desde el cual decir la verdad, o un lugar para ser otro, ser ficticio, de cualquier género, te posibilitaba vivir otra cosa. Ahora, la máscara es una cosa para no infectarnos, es lo que nos protege. En el mundo en línea la necesitas porque es como si tu mundo íntimo estuviera todo el tiempo vulnerable y expuesto; tienes que estar construyendo la imagen de que estás bien, de que todo está súper chido. Se ha vuelto necesario crear esas máscaras para protegerse de la intemperie.

Que la pieza tuviera música no fue el objetivo inicial. Amorales quería algo con máscaras; las hizo; comenzó a repetirlas, luego a extenderlas, entonces surgió la serpiente: “Y empieza a significar: una serpiente, un monstruo, el leviatán, ese animal mitológico: es la pandemia. Una cosa lleva a la otra. Y en el camino, ves que es una marimba grande. Y todo conecta. La máscara fue el objeto al que le di mil vueltas, las rompí, las pegué, las pinté, las puse una atrás de la otra”.

—¿Cómo has percibido a la sociedad en estos dos años?

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—Participaste en discusiones sobre el Fonca y las instituciones culturales, ¿qué piensas ahora?

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Yo era parte de un grupo de unas 150 personas, intentamos dialogar, y nos dieron el avión. No estábamos en plan de guerra. Aun así fue el ‘sí maestro’; nos maestriaron como siempre. Siento que cuando empiezas a meter intencionalidades ideológicas, a decir cosas como que “todos son artistas”, no puedes decir qué es bueno y qué es malo.

La serpiente de los días, en el Museo Kaluz, abre al público el sábado 12 de febrero, en el marco de la Semana del Arte. El domingo se podrá ver y escuchar la composición. Av. Hidalgo 85, Centro.

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