El relevo de Enrique Ochoa y la llegada de René Juárez Cisneros a la dirigencia nacional del PRI es la primera decisión importante que toma el candidato priista José Antonio Meade, en medio de la crisis por el tercer lugar que le dan las encuestas a él y su partido. Un cambio que, de ir aparejado con movimientos en su equipo de estrategia, significaría que por primera vez dese que asumió la candidatura, Meade estaría tomando sus propias decisiones y no aceptando solo la imposición de Los Pinos y de su amigo Luis Videgaray.

De hecho, el nombramiento de un político experimentado como Juárez Cisneros, ex gobernador de Guerrero, también puede leerse como un acercamiento de Meade a los políticos más duros y operadores del PRI, en concreto a Miguel Osorio Chong, por la cercanía que el nuevo líder priista tiene con el ex secretario de Gobernación, y al mismo tiempo como un distanciamiento de Videgaray, de quien se dice fue el promotor de una alianza con Ricardo Anaya, con quien el canciller habría sostenido incluso contactos recientes en los que también se planteó la posible declinación de José Antonio Meade a favor del panista.

Así que al acercarse a Osorio y tomar distancia de Videgaray, Meade estaría mandando un mensaje claro de que no piensa declinar ni transferirle los votos del PRI a un candidato como Anaya, y por el contrario, con René Juárez en la dirigencia priista estaría apostando a recuperar el ánimo y la operación del voto duro del priismo nacional. La pregunta es si aún es tiempo después de que las encuestas posteriores al debate le dan una diferencia de hasta 31 puntos en relación al puntero Andrés Manuel López Obrador ¿Tienen remedio el PRI y su candidato?

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