Para la familia Ealy. En el 102 aniversario de esa proeza llamada EL UNIVERSAL.

Existe una extraña paradoja en los compromisos del presidente electo Andrés Manuel López Obrador en materia de energía. Pocos le son tan importantes, acaso ningún otro cargue mayor simbolismo histórico para la izquierda… pero se trata del catálogo de buenos deseos más difícil de cumplir en los cortos plazos que exige la política.

Apoyar a los sectores marginados del país mediante tarifas bajas de gasolina, electricidad y gas, como parte del entramado que el político tabasqueño busca montar para una distribución del ingreso más justa, es un objetivo que se halla más lejos que nunca de las manos del gobierno, especialmente tras la llamada Reforma Energética establecida por la administración Peña Nieto.

En una muestra más de la esquizofrenia que suele caracterizar a nuestro marco jurídico, un segmento de nuestra Constitución defiende la soberanía nacional sobre las fuentes de energía, pero otra abre esa riqueza a, condenando a entidades como Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, tener un rol cada vez más marginal, según análisis de especialistas.

Un ingrediente que vino a envenenar más esta ecuación en los años recientes fueron indicios de que empresarios cercanos al régimen entraron al festín de los contratos energéticos, casi al mismo tiempo en el que participaban en otras obras también producto de contratos gubernamentales. Hoy existen dueños de comunicación que incursionan en las telecomunicaciones, construyen cárceles y son proveedores de múltiples productos. Este fue el sexenio que desarrolló los niveles más bajos de infraestructura pública en el último medio siglo, pero ello no impedirá que nos deje una comalada de nuevos multimillonarios.

El presidente electo López Obrador ha pedido surcar esas aguas, procelosas e infectas, a Rocío Nahle, una experta en temas energéticos y que de acuerdo con integrantes del político tabasqueño, impresionó a su jefe como coordinadora de la bancada de Morena en San Lázaro en la más reciente legislatura.

Nahle conoce (como lo saben Manuel Bartlett, futuro director de la CFE, y Octavio Romero, que dirigirá Pemex) que muchos ofrecimientos del próximo presidente de la República no estarán a su alcance cumplirlas porque por ejemplo, la Reforma Energética creó la Comisión Reguladora de Energía, cuyos integrantes, designados por el PAN y el PRI en el Senado, son inamovibles y tienen un enorme poder en la definición de tarifas públicas para la energía (petróleo y sus derivados, electricidad, gas), entre otros múltiples aspectos.

La Comisión puede ser buena idea para limitar excesos gubernamentales, para alentar la inversión privada y para otros muchos fines. Pero lo que han hecho sus integrantes no tiene liga alguna con fortalecer a las ahora llamadas “empresas productivas del Estado”. Antes bien, según analistas, su propósito es sepultarlas.

En la CFE hay una historia que revela el terreno minado que se le ofrece desde ahora a la senadora con licencia Rocío Nahle, de origen zacatecano pero con una amplia trayectoria política en Veracruz, entidad por la cual alcanzó su actual escaño en la cámara alta.

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), con una luminosa historia en el gremio, fue liquidado durante la administración Felipe Calderón, hace justo nueve años. Pero mucha agua pasó bajo el puente de ese asunto en el pasado reciente.

Sentencias judiciales obligaron al gobierno Peña Nieto a realizar pagos adicionales al SME, pero de pronto ello derivó en la decisión de convertir a los trabajadores y a sus líderes en flamantes empresarios del sector. Se les entregaron activos de la CFE, plantas generadoras de electricidad entre ellos; se les facilitó asociarse con un consorcio europeo en este campo. Y claro, les fue acercado un empresario mexicano que goza de las simpatías oficiales.

Para rematar, el gobierno firmó al SME un memorándum de entendimiento en el que el Estado mexicano se compromete a comprarles, a precios excesivos y vía la CFE, la electricidad que produzca el flamante consorcio.

El azaroso final del sexenio ha hecho que muchos funcionarios de CFE se rehúsen a avalar tal “entendimiento”, pues podría atraerles responsabilidades administrativas y penales. Pero desde la Secretaría de Gobernación que encabeza Alfonso Navarrete Prida, por conducto del subsecretario Manuel Cadena, se presiona a la CFE para que se le permita al SME y sus socios redondear el negocio.

Esto será apenas uno de los nudos que deba desatar Rocío Nahle. En los hechos, una pesadilla.

Apuntes: Andrés Manuel López Obrador tiene decidido ya el nombre de los próximos titulares de la Defensa y Marina. Ambos comparten más de una circunstancia. En este octubre la milicia organizará para el presidente electo una visita al Campo Militar Número 1 que se anticipa como una impresionante muestra de apoyo y respeto.

rockroberto@gmail.com

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