Un enigmático disco duro de computadora, cuya propiedad es atribuida a operadores políticos centrales del gobierno saliente de la Ciudad de México, ha revelado presuntas nóminas secretas, dádivas a políticos (opositores y de casa), periodistas, empresarios y un largo etcétera (en total, cientos de nombres), lo que alimenta un escándalo cuyo ruido crece en las horas previas al cambio de autoridades en la capital del país.

Más allá de la picante anécdota, fluyen también en diversas oficinas públicas, a diversos niveles, copias de contratos con aparentes empresas fantasmas, pagos multimillonarios y de última hora por trabajos inexistentes. Historias de empresas familiares que fueron modestos contratistas por años y a las que solo se atrajo a participar en proyectos que en conjunto pueden sumar miles de millones de pesos.

Otro capítulo significativo lo constituye el desbordado crecimiento de indicadores ligados a delitos graves en la ciudad, entre ellos homicidios dolosos, extorsiones, tráfico de drogas y de menores, privilegios en reclusorios, mafias de vendedores ambulantes que expenden drogas, giros negros, connivencia de autoridades y policías con bandas del crimen organizado.

Todo este paquete constituye apenas una breve mirada a la herencia envenenada que a partir del mediodía de mañana recibirá Claudia Sheinbaum como nueva jefa de Gobierno capitalino, y abre la duda sobre si procederá ante este nuevo espacio de aparente “corrupción inmunda”, por citar una frase de Andrés Manuel López Obrador el día de su toma de posesión.

La señora Sheinbaum contará con la mayor plataforma política que haya tenido un gobernante de la ciudad desde que esa posición fue abierta a una elección, hace 21 años (1997). Por primera ocasión, por ejemplo, el cargo de jefe de Gobierno y presidente de la República estarán en manos de un mismo partido.

Una dinámica germinada desde los años iniciales del siglo, incluso bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2000-2005), provocó que el antagonismo de corrientes partidistas dentro del PRD, todas ellas con un enorme apetito de poder y dinero, se resolviera tolerando cacicazgos en diversas demarcaciones, lo que garantizó la putrefacción que comenzó a derramarse ante los ciudadanos en 2015 e hizo crisis en 2018.

René Bejarano y Leonel Luna, en Álvaro Obregón; Mauricio Toledo, en Coyoacán; Víctor Hugo Lobo, en Gustavo A. Madero; Julio César Moreno, en Venustiano Carranza, e incluso enclaves de otros partidos en Benito Juárez (PAN) y Cuajimalpa (PRI), han sido señalados de imponer su voluntad en la ciudad, asignar por cientos plazas a sus incondicionales y fabricar hoyos negros por donde desaparecían los presupuestos que les eran asignados.

La modalidad atribuida a la administración de la ciudad con la llegada del gobierno de Miguel Ángel Mancera fue que esta lógica resultó potenciada y organizada por figuras clave de su equipo de colaboradores, cuyos nombres resaltan ahora en reportes extraoficiales que circulan profusamente hacia el primer equipo de la señora Sheinbaum.

Los casos de Julio César y Luis Serna destacan entre otros igual de emblemáticos como parte del círculo de acero que rodeó a Mancera, de acuerdo con lo compartido a este espacio por alguno de quienes tienen la tarea de sistematizar este tipo de información.

Se trata no sólo de dos de sus colaboradores más estrechos (el primero fue el jefe de Oficina de la Jefatura de Gobierno, mientras que el segundo se desempeñó como un poderoso secretario particular). Ambos son amigos íntimos de Mancera desde la adolescencia. Gozaron de la confianza ciega de su jefe por años y se les caracterizó como parte clave de un clan que pareció entender la política como una herramienta para hacer negocios.

Los hermanos Serna y otros colaboradores cercanos, como Manuel Granados (ex líder de la Asamblea, ex consejero jurídico y ex líder nacional del PRD, siempre a la sombra de su jefe) destacan en los citados informes como presuntos dueños de residencias en zonas exclusivas de la capital, socios a trasmano de empresas contratistas, despachos jurídicos de carácter único, por la diversidad de asuntos que operan, entre ellos fondos de inversión.

Resulta sintomático que otros personajes a los que se vio cerca de Mancera en los años recientes han construido un foso de distancia, como son los casos de Alejandra Barrales y Salomón Chertorivski, que ya son esperados en la filas de Movimiento Ciudadano, a cuya asamblea acudieron ayer.

Apuntes: Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco por el citado Movimiento Ciudadano, tomó este lunes control de esa organización por la vía de uno de sus operadores, Clemente Castañeda. Con ello dio una nueva señal de que vela armas para una confrontación, que pareciera cada vez más cercana, con el gobierno López Obrador. El detonador inicial fue la designación como “superdelegado” del empresario Carlos Lomelí, un viejo aliado de Alfaro, pero desde hace años rival absoluto.



rockroberto@gmail.com

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