Y luego nos preguntamos por qué los equipos estadounidenses pasan por encima de los nuestros.
También nos cuesta entender cómo es que un país sin tradición futbolera, sin semilleros, sin tanto arraigo fue capaz de arrebatarnos el mote de Gigante de la Concacaf.

Lo escribí en pasadas colaboraciones y lo sostengo: El futbol en Estados Unidos optimiza mucho mejor sus recursos en comparación de lo que se hace en México.
Igualmente sostengo que hoy, a nivel de Liga, no es mejor que la mexicana, pero no me queda la menor duda que terminará siéndolo, y que en un futuro no muy lejano, el Mundial de Clubes, si es que todavía existe, tendrá mayor presencia de equipos de la MLS.

Se anunció con bombo y platillo la creación de una nueva Copa entre MLS y Liga MX, la Campeones Cup, que no es más que una nueva oportunidad comercial para ambos sectores, donde lo verdaderamente importante es sacar la mayor cantidad de dinero posible.

Para el futbol mexicano no bastan los partidos amistosos del Tri en Estados Unidos, ni las cada vez más escasas oportunidades que reciben los futbolistas mexicanos, porque al final, lo único que importa es la lana.  Así ha sido y así será, sin importar la cantidad de luces rojas que hay en el camino, porque simple y sencillamente, no las quieren ver, no les interesan.

No se necesita mucho para entender que el futbol mexicano ha renunciado casi en su totalidad a competir a un nivel más alto. Antes se median fuerzas con los poderosos del continente, hoy sólo con los más ricos.

Pasa inadvertido, pero hoy, los clubes mexicanos disputan siete títulos al año: dos de Liga, dos de Copa, un Campeón de Campeones, una Supercopa y ahora, un título de Campeones Cup. Eso sin contar Concacaf.

¿Les parece serio?   

futbol@eluniversal.com.mx

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