Como recordará el avispado lector, el pasado 12 de diciembre, día de la Virgencita Morena, alguien (no se sabe quién) cometió un “error mecanográfico” en la iniciativa de reforma constitucional en materia educativa que el Ejecutivo Federal (es decir, el Lic. López Obrador) envió a la Cámara de Diputados, esa en la que tiene mayoría apabullante el Morena, movimiento-partido que en los hechos preside el mismo señor licenciado.

El “error” consistió en omitir la fracción VII del artículo tercero constitucional que establece la autonomía de las universidades públicas. El “error” desapareció así una autonomía que, en el caso de la UNAM, “hemos construido a lo largo de casi nueve décadas y que se ha consolidado con firmeza, valor y, no pocas veces, con dolor y sangre”, como explicó no hace mucho (pero tiempo antes del actual desaguisado), el rector Enrique Graue.

Es un “error” que suscitó una natural dosis de misterio, uno que, a dos meses de haberse suscitado, crece cada día que transcurre sin ser reparado. ¿Cómo pudo cometerse un “error” de tales dimensiones? ¿Cómo pudo el “error” pasar frente a tantos pares de ojos hasta llegar a la Gaceta Parlamentaria sin que nadie reparase en él?

Dos días después, ante las naturales interrogantes, la Secretaría de Educación Pública se autoeducó públicamente reconociendo que la tal iniciativa de reforma contenía esa “errata” (entre otras) y envió a los diputados una fe solicitando la corrección.

Como el concepto “fe de erratas” no existe en una iniciativa presidencial, los diputados atisbaron cómo desfacer el entuerto. Concluyeron que podía el Ejecutivo retirar su iniciativa, reescribirla sin errores, poner a la autonomía en su sitio, y reenviarla a la Cámara. O podía corregirse en las comisiones adecuadas, la de Puntos Constitucionales y la de Educación, con la desventaja de que toma tiempo.

Y bueno, pues se optó porque tome tiempo. El resultado es que pasados dos meses, el “error” degradado a “errata” sigue tan fresco, pero igual de errado. Y esto, inevitablemente, (para emplear un verbo clásico) coadyuva a la intriga, sobre todo cuando nos hallamos ante un gobierno veloz que, cuando sí quiere mover molécula, envía a los secretarios de Estado a Nueva York a comprar 500 pipas en un día, y listo.

El error o errata continúa, en cambio, creciendo y generando un razonable malestar. De haber sucedido el traspié, desatino, lapsus o solecismo en sexenios previos, el escándalo y las manifestaciones de descontento habrían sido, desde luego, estrepitosas…

El 6 de febrero, el rector Graue se vio obligado a enviar un recordatorio al presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, Sr. Mario Delgado, y a los presidentes de las comisiones involucradas. Con sensatez propia, sumada a aquella a que lo obliga su cargo, el rector reiteró creer que se trató, sí, de un “error de transcripción”, como alegaron las autoridades federales; manifestó la confianza de la UNAM en que el texto erróneo será corregido “preservando sin alteración nuestro derecho constitucional a la autonomía” con la que tenemos un “compromiso inquebrantable”.

Una semana más tarde, en el nonagésimo aniversario de la conquista de la autonomía, el Consejo Universitario de la UNAM, que es su máximo órgano de autoridad colegiada, publicó un pronunciamiento en el que la reafirma como “garantía imprescindible para la independencia y la libertad de cátedra ante cualquier intento por inmiscuirse en los asuntos internos de nuestra Máxima Casa de Estudios.”

Una autonomía, continúa el pronunciamiento, que “debe ser asumida, pues, como una conquista de todos los ciudadanos en su afán por separar las políticas de cada gobierno en turno del quehacer universitario. La autonomía ha permitido que la UNAM no sólo sea libre, sino completamente transparente en el uso y la gestión de sus recursos públicos. Gracias a ella, ninguna institución en nuestro país ha demostrado mayor compromiso con la educación, el desarrollo, la investigación, la difusión de la cultura, el combate a la desigualdad y el ejercicio de la crítica.”

Para terminar, el Consejo Universitario “reitera en estos momentos la defensa irrestricta de la autonomía universitaria y hace un llamado al conjunto de los mexicanos para que sigan considerándola como un logro único para bien de nuestros académicos, trabajadores y alumnos, y para el bien de México.”

En “estos momentos”, sí. Estos momentos que ya rebasan los dos meses…

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses