Mario Fernandes

, brasileño naturalizado ruso, no pudo asimilar lo que hizo para todo un país cuando conectó con la cabeza un centro de Alan Dzagoev al minuto 115 contra Croacia . Empató y llevó al desenlace por penaltis.

Años y años cubriendo futbol y nunca observé la manifestación de júbilo como la que se vivió en ese instante, no solamente en un restaurante montado estilo estadio en la calle Arbat , donde lo presencié, sino en cada rincón de un país paralizado que paradójicamente no es amante del futbol.

El partido contra España en el estadio Luzhniki fue un adelanto de cómo se puede alentar a un equipo con poco talento que peleó contra el que sea, porque Rusia debe mucho del éxito en su Mundial a su gente.

Moscú, Sochi, San Petersburgo

, en fin, hicieron de la novedad una pasión, seguramente desde ahora serán parte de su estilo de vida, un deporte que estaba por debajo del hockey sobre hielo. Un país eternamente exitoso en el deporte, pero señalado de dopaje de estado que provocó que el COI los marginara de los Olímpicos de Invierno en Pyeongchang .

Injusticia absoluta para quienes van libremente por las competencias sin substancias prohibidas, pero que por una saña evidente del COI contra ellos, hicieron que justos pagaran por pecadores.

Como fue también, la estúpida acusación del periódico ingles, The Mail on Sunday, que señaló que los rusos compitieron dopados y que la FIFA encubrió a los futbolistas.

Absurdo, porque los controles antidopaje en esta organización han señalado positivo sin importar de quién se trate, como fue con Maradona en 1994. En Inglaterra , antes de que Rusia fuera eliminado, —porque de ganar los cuartos de final jugarían contra ellos—, insistían que las pruebas existen, incluso se atrevieron apuntar a Ruslan Kambolov , jugador que estuvo en la prelista y que terminó siendo excluido del equipo por dopaje, según la información del medio inglés. Pero estos golpes bajos no fueron suficientes.

Rusia

hizo un Mundial inesperado e hizo que millones voltearan a verlo, sí, tal vez con un método rústico, pero lleno de enjundia.

Por eso cuando falló irresponsablemente el primer penal Fedor Smolov intentando un Panenka , la gente no sabía que hacer, y cuando vino la monumental y grotesca falla del propio Fernandes , no les quedó de otra más que celebrar, si, la derrota también se festeja en este país.

Y mientras el domingo, Alex Ovechkin presumió la Stanley Cup que consoguió con los Capital , en la Fan Fest recibían al equipo de futbol más de 25 mil personas.

El futbol le ganó al hockey en Rusia . Este Mundial hace que el orden del futbol cambie, que se refresquen los personajes, equipos y hasta los entrenadores. Procesos como el de Inglaterra , Bélgica, Francia y Croacia son dignos de reconocimiento y copia de quienes se han estancado en grillas, soberbia y corrupción.

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