La renuncia de Germán Martínez a la Dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es la primera al gabinete de Andrés Manuel López Obrador. Sí, han salido otros integrantes. Simón Levy, de Sectur, y Patricia Bugarín, de la Secretaría de Seguridad, pero no eran los titulares de las dependencias. Clara Torres tampoco era titular de Secretaría cuando a la dirección del programa de Estancias Infantiles.

La de Germán Martínez es la primera salida que se da con casi total claridad. Nada de irse por las ramas de que son motivos personales; nada de un cese disfrazado de renuncia. En su carta de once cuartillas deja en claro que el manejo del presupuesto del IMSS lo está haciendo Hacienda, contraviniendo los estatutos del IMSS. Lo único que le faltó en su carta es poner los nombres y apellidos del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa; de la oficial mayor, Raquel Buenrostro; y del subsecretario, Arturo Herrera.

A estos tres nombres se podría agregar el del director de Administración del IMSS, Flavio Cienfuegos, quien en lugar de reportarle a Germán Martínez como mandatan los estatutos, le reportaba directamente a Hacienda. Pero así ocurre con todas las secretarías de la 4T. Los titulares pueden nombrar a casi todo su equipo, salvo a los directores administrativos o de finanzas. A ellos los nombra Hacienda. Y eso no le pareció a Germán Martínez desde el día uno.

El primer director de Administración del IMSS con Germán Martínez fue Pedro Zenteno Santaella. Las riñas entre ambos llevaron a una primera concesión de parte de Andrés Manuel López Obrador, quien quitó a Zenteno del IMSS y lo envió al ISSSTE para darle gusto al expanista. Del ISSSTE movió a Flavio Cienfuegos al IMSS para ser el nuevo director administrativo. Pero como la esencia siguió siendo que el reporte de este director lo hiciera a Hacienda y que no hubiera ninguna decisión administrativa que no sea aprobada por la oficina de Carlos Urzúa, el cambio de persona no modificó la dinámica que acabó exasperando a Germán Martínez, al grado de renunciar como lo hizo ayer. Con una carta explosiva.

La renuncia de Germán Martínez fue clara.

Tiene que ver con la esencia misma del proyecto de Andrés Manuel López Obrador: primero los pobres, declara desde hace décadas el presidente. Y, sin embargo, Germán Martínez reclama en su carta que desde la Secretaría de Hacienda se está decidiendo poner otras prioridades antes que la salud de los usuarios de los servicios del IMSS, que son en su mayoría quienes menos recursos tienen porque son quienes no pueden acudir a un consultorio médico privado.

Los recortes presupuestales y de personal han generado mayor deficiencia en la atención médica en los centros del Seguro Social, con personas a quienes se les retrasa meses la consulta y/o el acceso a los medicamentos, en el mejor de los casos.

AMLO sabe que su cambio anhelado implica mandar al diablo a las instituciones de lo que él considera el viejo régimen. Y eso es exactamente lo que está haciendo. En el caso del IMSS, López Obrador no va a hacer caso a los estatutos del Instituto. Quiere austeridad a como dé lugar. Quiere tener delegados administrativos en los estados que le reporten a Hacienda y si los estatutos del IMSS dicen otra cosa, peor para los estatutos, peor para el Consejo Técnico y peor para el Director del IMSS.

Germán Martínez sabía que éstas eran las reglas del juego. Pensó que podía llegar a hacer las cosas a su gusto. Al no poder, renunció como suele hacerlo: enviando un mensaje claro, fuerte y contundente.

Parafraseando al clásico: si ya sabían cómo era Germán, ¿para qué lo invitaron al gabinete ampliado de la 4T? y si Germán ya sabía las reglas de la 4T ¿para qué aceptó la invitación?

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@AnaPOrdorica

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