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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez.
Fotografía actual: Luis Cortés
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica.
Al noreste de la Ciudad de México, ya en el Estado de México, se encuentra una imponente estructura arquitectónica cuyo origen data entre los siglos XVII y XVIII. Se trata del Acueducto de los Remedios, dentro del municipio de Naucalpan.
Tanto el acueducto como las torres que lo flanquean fueron construidos para abastecer de agua al pueblo de Los Remedios, que era conocido en la época virreinal por el templo religioso -hoy Basílica de Nuestra Señora de Los Remedios- y por sus terrenos irregulares; motivo por el cual era sumamente difícil dotarlo de un buen servicio de aguas.
Por ello, las autoridades del siglo XVII pusieron en marcha la construcción de un primer sistema hidráulico en la zona, cuyos respiraderos - o sifones- de 23 metros de altura funcionarían a partir de una tubería subterránea, que con la presión necesaria, llevarían el vital líquido de extremo a extremo. Las condiciones del terreno hicieron necesario que las estructuras se encontraran a desnivel y popularmente se les empezó a llamar “torres” o “caracoles”, motes que han sobrevivido hasta la época actual. La razón del apodo es la forma de las estructuras: son torres escalonadas cuyas “plantas” van disminuyendo de diámetro conforme la altura.
Sin embargo, la topografía del sitio y los cálculos erróneos con la que se construyó este sistema lo hicieron inservible, por lo que nunca cumplió con el propósito de dotar de agua al pueblo o al santuario.
Años más tarde, el gobierno del virreinato retomó la idea del sistema hidráulico para Los Remedios, descartando la idea de los sifones y mandando a construir una arquería por la que viajaría el agua desde el pueblo vecino de San Francisco Chimalpa hasta Los Remedios. El acueducto contaba con 50 arcos de medio punto construidos con la cantera del mismo sitio y que sumaban una longitud de más de 500 metros.
Una vez más, el sistema no funcionó y por el acueducto nunca corrió agua. Tanto los “caracoles” como la arquería, sobrevivieron a su época por la calidad de su hechura y lograron ser reconocidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como patrimonio cultural.
La modernidad
Registros fotográficos de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, nos permiten observar que durante esas décadas, el Acueducto de Los Remedios y los “caracoles” eran un sitio turístico donde familias enteras se subían a caminar -con la seguridad de un equilibrista- o simplemente a contemplar la vista desde 20, 30 o 40 metros de altura ya que los arcos también estaban desnivelados y por ende, variaban de altura.
En esta toma de los años treinta, se puede comparar el tamaño de las estructuras arquitectónicas y de un niño, así como los desniveles característicos de la zona; al fondo se observan pencas. Colección Villasana - Torres.
Decenas de personas caminan en la parte más alta de los arcos del Acueducto en los años cuarenta. Colección Villasana - Torres.
Actualmente pocas personas se arriesgan a caminar sobre la arquería del acueductos. Foto Archivo EL UNIVERSAL.
En aquella época, Los Remedios lucía casi despoblado, por lo que no es difícil imaginar la calma que traía a sus visitantes el paisaje lleno de cerros, nopaleras, árboles, un acueducto y el templo; como en esta fotografía donde en la cima de uno de los sifones aparece, al centro, una mujer recargando su cabeza sobre una de sus manos simplemente observando.
Fotografía de los años cincuenta, donde también se observa al centro de la toma a una familia que está descansando o esperando su turno para ocupar la cima del “caracol”. Colección Villasana - Torres.
Como en muchas partes del país, la mancha urbana no cedió y, poco a poco, el paisaje casi desértico de la zona empezó a cambiar y a contar con decenas de casas y comercios. Los arcos y los “caracoles”, pasaron a ser parte de rutas viales sin ningún tipo de cuidado o arreglo como el que luce el Acueducto de Querétaro, a pesar de estar registrado en el INAH como conjunto artístico del siglo XVII.
Hace una década, en febrero de 2008, nuestra compañera Rebeca Jiménez Jacinto informaba que la construcción de “una obra hidráulica” -irónicamente- estaba por afectar a uno de los sifones: “los caracoles del Acueducto de los Remedios, obra arquitectónica del siglo XVII, fueron afectados por el Organismo de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento (OAPAS) quien perforó un pozo y construyó una barda de seis metros de altura junto a este monumento histórico”.
Jiménez recogió testimonios de los vecinos, quienes rechazaban que un organismo del gobierno pusiera una barda alrededor de uno de los íconos de su municipio: “cuando vimos que la barda tapó el caracol, exigimos a los trabajadores que la derribaran y pararan la obra que afecta el conjunto escultórico”. Sin embargo, sus exigencias no fueron escuchadas y hasta hoy, el caracol al norte del municipio luce bardeado, teniendo como vecino a lo que pareciera un respiradero de la OAPAS.
Vecinos de la zona se manifestaron en contra de las obras del OAPAS, quienes terminaron construyendo una barda junto al conjunto histórico. Foto Archivo EL UNIVERSAL.
El otro caracol, está al otro extremo del acueducto, centrado en una plaza - también escalonada- que luce descuidada; con un par de juegos infantiles en una planta y canchas de futbol o basquetbol en la otra.
Imagen de niños jugando cerca de una de las torres del acueducto que forman parte del paisaje cotidiano. Foto Archivo EL UNIVERSAL.
En lo que respecta al Acueducto, su arquería es utilizada para dirigir el tránsito, aunque sus cuidados también dejan mucho que desear: algunos lucen graffitis sobre la cantera y se encuentra basura tirada en las áreas verdes que probablemente se establecieron para que los vecinos se pudieran sentar o acostar y aprovechar la sombra que proveé la construcción. Sólo los temerarios se siguen atreviendo a caminar sobre la arquería y de la vista del lomerío del siglo pasado sólo queda este recuerdo.
Colección Villasana - Torres.
La foto comparativa antigua es una postal del Acueducto de los Remedios en los años cuarenta, en la parte superior se aprecia a decenas de curiosos caminando a 20, 30 o 40 metros de altura, pues debido a la topografía natural, los arcos siempre estuvieron desnivelados. Colección Villasana – Torres.
La imagen principal es el Acueducto de Los Remedios en los años cincuenta. En la cima de la torre se puede apreciar a unos cuantos curiosos contemplando Los Remedios desde las alturas. Colección Villasana – Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
“Daña obra hidráulica patrimonio cultural de Naucalpan” de Rebeca Jiménez Jacinto de El Universal. INAH.