Texto: Gamaliel Valderrama

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Miguel Ángel Garnica

Rosa siempre estuvo rodeada de niños. Desde muy pequeña fue nana, primero de alguno de sus hermanos y después de otros chiquillos. A sus 64 años, la señora Montiel Islas recuerda que su primer empleo en la Ciudad de México fue como niñera. Sin embargo, por su corta edad no tenía a cargo todo el cuidado las pequeñas, “yo ayudaba en la casa, en lo que podía, además de ver a las niñas”.

Rosa Montiel Islas es la mayor de once hermanos. Es originaria del estado de Hidalgo, de una pequeña comunidad llamada Santa María Amajac. Llegó a la Ciudad de México cuando sólo tenía 12 años de edad, pero por su físico parecía de no más de 10 años.

La historia de las nanas, las madres sustitutas
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Recuerdo de la Villa. A finales de los años 60, Rosa fue llevada por su padre a la Ciudad de México. En la imagen, padre e hija posan para la cámara en la “Villita”, el santuario guadalupano fue su primera parada al llegar a la capital, rememora la señora Montiel.

Recuerda bien ese año, era 1968. “Era muy jovencita. Maduré muy rápido. Mi primer trabajo fue cuidar niños, no sé porque, pero así fue. Primero cuidé a unas niñas por un año, después tuve a un niño de dos meses de nacido”.

“Ahí me empezaron a tomar como nana, aunque hacía de todo, como doméstica. En esa casa de la colonia Narvarte duré 12 años. Primero fue Alex, lo conocí cuando tenía dos meses de nacido. Al poco llegó su hermanito. A los dos los vi crecer. Me encariñé muchos con los niños. El día que me fui de la casa, no quería verlos porque iba a ser difícil despedirme de ellos. Cuando me fui el mayor lloró, yo también”.

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Rosa junto a una amiga. La fotografía fue tomada en la azotea de un edificio en la colonia Narvarte, donde trabajó por 12 años.

Según Griselda Flores Hernández, maestra en pedagogía, académica de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, la tradición del cuidado especializado de los niños viene de Europa, particularmente de la realeza. A estas personas se les conocía como nodrizas, amas de llaves, institutriz y nana. El término niñera es una palabra más actual, explica.

En México se tienen registros de las nanas desde la colonia. Durante el siglo XIX y principios del XX, las nanas eran exclusivas de las clases altas. Mientras los padres realizaban labores de socialización, las nanas eran quienes atendían a los hijos pequeños, aclara la especialista.

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Era común observar la tradicional caminata dominical de las familias aristócratas por el Paseo de la Reforma, incluyendo a las nanas. Ilustraciones del libro 6 Siglos de Historia Gráfica en México 1325-1976.

“Las nanas de principios de siglo XX, esencialmente eran mujeres indígenas migrantes, de clase baja, sin preparación. Su probada experiencia, pues muchas de ellas llegaban a tener más de 10 hijos, o haber cuidado a sus hermanos, hacía que fueran solicitadas para la atención de los menores”, aclara Flores Hernández.

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Imagen de 1910. En el marco de las celebraciones por el centenario de la Independencia mexicana, damas de clase alta conversan entre ellas. A un lado, la nana sostiene al hijo pequeño de alguna de esas damas.

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En las imágenes hay dos tipos de nanas, la primera con un uniforme más fino y elaborado, lo que indicaba que servía a una familia de clase alta adinerada. La segunda nana, con un atuendo más humilde, atendía a una familia acomodada.

Sin embargo, con el tiempo y las necesidades del mercado, este tipo de cuidadoras fue evolucionando. Así lo explica la académica de la UNAM: “en los años 70 la mujer comienza a integrarse al mercado laboral, la necesidad de personas que cuidaran a los infantes durante las jornadas de trabajo de los padres”, ello obligó a extender el concepto de nana y hacer una diferencia entre ésta y las niñeras.

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Imagen de principios del siglo XX, en la cual se observa a un par de nanas paseando por la Alameda Central. Mediateca-INAH.

“La diferencia entre la nana y la niñera, es que la primera era personal de planta que se encargaba del cuidado de los niños durante las 24 horas, en tanto que la niñera contaba con horarios flexibles, y sólo atendía a los pequeños cuando los padres no estuvieran”, dice Griselda Flores.

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En la imagen de finales del siglo XIX, una nana es retratada junto al pequeño que tiene a su cuidado.

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Fotografía de 1960, donde se observa a un par de nanas atendiendo a los infantes de una guardería pública.

Hoy, a sus 64 años, Rosa Montiel Islas sigue cuidando niños. Aunque las condiciones han cambiado desde aquel 1968 cuando inició. Su primer sueldo fue de 80 pesos al mes, el cual era cobrado por su padre. Después llegó a ganar entre 200 y 300 pesos al mes en la década de los años 70.

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Rosa Montiel Islas. En la primera imagen, Rosa, no mayor de 15 años, posa junto a los lavaderos del edificio donde trabajó por más de una década. En la segunda fotografía, Rosa, ahora de 64 años recuerda las anécdotas que vivió y sigue viviendo al cuidar niños.

“El domingo era mi día de descanso. A veces salía a jugar al parque. Me juntaba con las hijas de la portera, eran un poco más chicas que yo. Comíamos en su casa, yo ponía los refrescos con mi domingo. La patrona me daba 5 pesos de domingo”.

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Recuerdo de Rosa y sus amigas, las hijas de la portera. A la izquierda Lala, de 10 años, al centro Rosa, a la derecha, Cata, de 8 años. Las niñas acostumbraban jugar en el parque los domingos, cuando Rosa tomaba su descanso. 

En la actualidad la señora Rosa cuida dos niños, uno de 7 años y a su hermanita de algunos meses de nacida. Con ellos lleva poco más de 7 años. Ahí, además de cuidar a los niños, prepara la comida y realiza algunas labores domésticas.

Gana alrededor de 200 a 300 pesos por día y labora de 3 a 4 días a la semana. Si bien es cierto que tiene lazos afectivos fuertes, Rosa no vive en la misma casa de los niños.

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Rosa sigue cuidando a dos pequeños, el primero tiene ya 7 años, ella lo atendió desde recién nacido, como ahora lo hace con la hermanita de éste.

Según la maestra Griselda Flores, las nanas de antaño cuidaban al niño todo el tiempo, ello hacía que se crearan vínculos emocionales extensos, al grado de considerarlas una segunda madre. En cambio, la niñera se encarga de cumplir tareas de cuidado. Por ello es más complicado establecer un lazo emocional fuerte. “Hoy, los lazos de las niñeras con los niños son estrechos, pero no como los que creaban las nanas”, afirma.

La señora Rosa afirma que las mamás de hoy prestan más atención al celular, “antes no descuidaban tanto a los niños, hoy se les dan más la responsabilidad a las niñeras”, a su vez, reconoce que actualmente se conocen más casos de niñeras que maltratan niños, “no sé cómo alguien puede llegar a maltar al niño que cuida”, reprueba.

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Rosa, con un vestido blanco. Fotografía tomada en el edificio de la colonia Narvarte, donde trabajaba. Ese día celebró su primera comunión, un rito católico. La vestimenta que porta se la regaló su patrona, quien así se convirtió también en su madrina.

Foto principal:

Nanas mexicanas cuidan a niños estadounidenses en Paseo de la Reforma. Del libro Modern Mexico's standard guide to the city of Mexico and vicinity , de Barrett, Robert South, 1877-1959. Colección Villasana.

Fotos:

Archivo EL UNIVERSAL. Mediateca INAH. Colección Villasana. 6 Siglos De Historia Gráfica De México 1325-1976 .

Fuente:

Hemeroteca EL UNIVERSAL. Entrevistas con Rosa Montiel Islas. Griselda Flores Hernández, maestra en pedagogía, académica de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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