Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha que cobra especial relevancia en un contexto donde los trastornos relacionados con el estrés, la ansiedad y la depresión han aumentado de manera preocupante en todo el mundo. La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada ocho personas vive con algún problema de salud mental, una cifra que refleja la urgencia de dejar de postergar el tema y comenzar a priorizarlo como un pilar de nuestro bienestar. Cuidar la mente ya no puede verse como un lujo: es una inversión en nuestra calidad de vida y en la posibilidad de envejecer de forma saludable.
En los últimos años, la ciencia ha demostrado algo que parece obvio, pero que con frecuencia olvidamos: la salud mental y la salud física están profundamente entrelazadas. Estrés crónico, falta de sueño y aislamiento social no solo afectan el ánimo, también elevan la inflamación, debilitan el sistema inmune y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas. Por el contrario, practicar hábitos que favorezcan la calma, la resiliencia emocional y la conexión con los demás impacta positivamente en la longevidad. En otras palabras, cuidar la mente nos ayuda a vivir más… y mejor.
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Los avances en neurociencia, psicología y medicina del envejecimiento coinciden en un punto: las emociones, el manejo del estrés y la calidad de nuestras relaciones influyen directamente en cómo envejecemos. Estudios muestran que quienes practican hábitos de autocuidado mental presentan niveles más bajos de inflamación sistémica, mayor regulación del sistema inmune y mejor protección frente a enfermedades crónicas. Además, actividades como la meditación y el ejercicio estimulan la neurogénesis, es decir, la creación de nuevas conexiones neuronales, clave para conservar la memoria y la agilidad mental a lo largo de la vida.
La salud mental se construye día a día con elecciones sencillas pero consistentes. Hacer pausas, respirar, moverse, agradecer, dormir bien y mantener relaciones significativas no son recomendaciones aisladas: son herramientas respaldadas por la ciencia que nos permiten vivir con mejor calidad.
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El Día Mundial de la Salud Mental, es un recordatorio de que no podemos seguir relegando nuestra mente al último lugar en la lista de prioridades. Cuidar la salud mental es cuidar el corazón, el cerebro y el futuro. Es, en esencia, apostar por un envejecimiento más pleno, activo y feliz.
Este es un artículo escrito por la Doctora María José Pardinas Llergo, Académica y Coordinadora de Asuntos Clínicos de la Escuela de Medicina. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Panamericana.