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En 2017, el sector secundario de México sufrió la caída más importante desde hace ocho años. Según Inegi, el sector acumuló una contracción 0.6% anual respecto del año pasado, la caída más importante desde 2009. El dato preocupa ya que genera alrededor de 30% de la producción nacional y confirma el comportamiento a la baja de las industrias manufactureras mostrado recientemente.
Se estima que la caída del sector secundario en 2017, suponiendo que mantenga el crecimiento mostrado en el cuarto trimestre de 2016, se explique por la falta de dinamismo en la construcción (-1.6% a tasa anual), en la generación y distribución de agua y electricidad (-0.6%), y en la minería (-9.7%), en buena parte por la extracción de petróleo. Dicha caída fue menor gracias al desempeño de las manufacturas que se estima cierre el año con un crecimiento de 3.2%, en las que también destaca una marcada desaceleración.
Ante este escenario, resulta indispensable que la actividad industrial favorezca un dinamismo económico a partir de la competitividad y la reactivación de la inversión, que consoliden la operación de las cadenas de valor que se han formado alrededor de la actividad exportadora. La manufactura 4.0 es una oportunidad para la competitividad de nuestras empresas. La manufactura 4.0 es el uso de la digitalización, la robótica y la inteligencia artificial.
Las fábricas basadas en manufactura 4.0 están interconectadas con proveedores, distribuidores e incluso clientes. Este proceso impulsa la competitividad, aumenta la eficiencia, optimiza la logística, genera costos más transparentes y disminuye tiempos de reparación. Con ello, las empresas buscan mantenerse por delante de la curva de innovación tecnológica.
Los países han ajustado sus estrategias para revitalizar su industria manufacturera incorporando el modelo de manufactura 4.0. Alemania, Estados Unidos y Japón son ejemplo de ello. En estos países, la manufactura 4.0 ha conseguido una eficiencia operativa.
De acuerdo con el Informe Global de Competitividad 2016-2017 del Foro Económico Mundial, la Manufactura 4.0 agregará 14.2 billones de dólares a la economía global en los próximos 15 años.
México debe adoptarse a esta transformación y aprovechar su experiencia industrial para implementarlas en beneficio de sus sectores estratégicos.
Sectores de alto valor agregado como el automotriz, el aeroespacial o el químico han integrado el big data, el internet de las cosas o el cloud computing (almacenamiento en red), lo que ha influido en la velocidad, el alcance y el impacto en las cadenas de producción así como en su competitividad. Sectores como el agroalimentario o el textil también tienen oportunidades para digitalizarse e incluso potenciar sus fortalezas.
Los beneficios de la manufactura 4.0 podrían ser un detonante para incentivar la inversión económica, tecnológica y la reindustrialización de sectores estratégicos en México. Las Pymes deben tener un rol decisivo para la transición hacia la manufactura 4.0.
En México, la manufactura 4.0 además de digitalizar las fábricas, también acelerará el cambio en los perfiles laborales. La mano de obra que realiza tareas rutinarias será sustituida por robots, lo que alentará el traslado de dicha fuerza de trabajo a supervisar esos procesos. Lo anterior subraya la necesidad de generar recursos humanos calificados en carreras relacionadas con tecnologías de información, ingenierías o robótica.
En los siguientes años debemos proponernos direccionar un mayor nivel de inversión como porcentaje del PIB, en Investigación y Desarrollo, donde el sector público y privado compartan ese objetivo; lo que nos acercaría al gasto promedio de la OCDE y con ello, hacia una transformación industrial.
Se requiere voluntad política y un esfuerzo coordinado de los actores involucrados: gobierno, empresas y academia, pero sobre todo visión de que un peso gastado hoy en I+D, generará efectos multiplicadores en el mediano plazo.
La apuesta que México debe realizar es coordinar el desarrollo tecnológico de la robotización en mancuerna con el factor humano, lo que permitirá incrementar los niveles de competitividad, pero lo más importante, el empleo y bienestar.
Vicepresidente de Consultores Internacionales