Andrés Manuel López Obrador tiene, desde ya, un doble y gigantesco desafío: mantener su ventaja dentro, suprimiendo aquello de que es un peligro para México; a la vez, convencer hacia afuera de que no es un peligro para el mundo.

A ver, hay tres encuestas confiables que tendríamos que considerar:

—La de Consulta Mitofsky de hace diez días con tendencias reveladoras que establecen un decremento en la intención de voto —de febrero a marzo— de un punto en el caso de Ricardo Anaya y de casi dos puntos de José Antonio Meade. El problema para ellos es que en el mismo lapso, AMLO sube tranquilamente esa sumatoria de tres puntos perdidos por sus adversarios. Como si los potenciales votantes renegados de uno y otro se hubieran sumado gustosos al morenista. Como si se tratara de un voto útil anticipado, cuando apenas arrancan las campañas formales. En resumen: 29.5 AMLO con la coalición Morena, PT y Encuentro Social; en segundo Anaya respaldado por PAN, PRD y MC con 21.2; y cada vez más lejos el bloque PRI, Verde, Panal con 16.4.

—Apenas antier salió la esperada encuesta de Parametría que, con diferencias en el método, arroja sin embargo resultados proporcionalmente similares, aunque con algunas variantes significativas en tendencias: AMLO baja dos puntos pero se mantiene en 40, Anaya —seguramente golpeado por las acusaciones de sus negocios inmobiliarios— desciende a 29 y José Antonio Meade pega un brinco insólito de 18 a 23, aunque todavía a seis del segundo y a 17 del primero.

—En paralelo, El País, en colaboración con Oraculus, ha elaborado una síntesis promedio de encuestas donde la ventaja es aún más contundente: AMLO alcanza 41.2%, Anaya figura con 28.2 y Meade se queda en 21.9. Lo novedoso de esta entrega es que los datos los cruza con otros indicadores como simulaciones, tiempos y encuestas realizadas recientemente en diversos países. La conclusión es lapidaria: López Obrador tiene un 79% de probabilidades de ganar la elección.

De última hora, el nuevo sitio Nación 321 asegura que AMLO arrasa entre millennials con 51%, por 29 de Anaya y 13 de Meade.

Lo inquietante es que —casualidad o causalidad— en paralelo se han venido produciendo una serie de declaraciones que dan por un hecho el triunfo de AMLO, pero al mismo tiempo pronostican que “una gran caída económica acecha a México y al mundo”. En ello coinciden opiniones tan influyentes como The Economist, Financial Times y la calificadora Goldman Sachs. Aunque se condiciona que “todo puede pasar” en 90 días de campaña, se anticipa también tanto la victoria como la catástrofe traducida en una brutal caída del peso y una parálisis económica derivada del aislamiento financiero internacional por la llegada de un gobierno “populista y de izquierda”. Para anticipar el apocalipsis se difunde la insistencia del “futuro presidente” en la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que ha sido usada dentro para golpear desde fuera al candidato. Por eso urge una definición con pruebas contundentes sobre la viabilidad y transparencia del NAIM.

Pero a López Obrador le urge también una campaña paralela a la de adentro para probar afuera que no es un peligro global. Una etiqueta riesgosísima que lo trasciende a él mismo y que cada día que pasa será más un asunto de Estado.

Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

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