Por Esteban David Rodríguez

Pegados a la curul. Ya sea en el mismo partido político o en otro. Así han vivido al menos una centena de legisladores: saltando de la Cámara de Diputados al Senado, y viceversa. El fenómeno que bien puede bautizarse como el de los “chapulines caciques” es una vieja costumbre que no ha cambiado. El panorama actual lo confirma.

Sí, aun sin reelección continua, cuyo ciclo de prohibición concluye el próximo 7 de junio —su restauración fue aprobada en 2014—, estos congresistas han acumulado entre 14 y 30 años viviendo del Congreso de la Unión a lo largo de las últimas ocho décadas.

Son los trapecistas, chapulines, caciques, tránsfugas legislativos. Aquellos que parecen tener escriturado el poder Legislativo federal, dueños de los partidos, de las postulaciones, de los asientos parlamentarios.

Expertos en el arte del salto hacia la nueva dieta legislativa, cada tres y seis años reaparecen en las listas de candidatos, reproduciendo un modelo propiciado originalmente por la ausencia de competencia electoral real, y apuntalado después por la representación proporcional que buscaba compensar esa carencia.

De acuerdo con una investigación de EL UNIVERSAL, efectuada a partir de la actualización de un banco de datos que compendia las carreras parlamentarias de ocho mil 425 diputados y mil 602 senadores, en cruce con 818 candidaturas plurinominales —ubicadas entre los primeros sitios de las listas— del actual proceso electoral que busca renovar la Cámara de Diputados, dichas postulaciones se caracterizan por personajes con múltiples militancias, participación en legislaturas previas y vínculos político-familiares.

Habrá que ocuparse primero de los que han hecho carrera personal. De los 10 mil 27 legisladores que pasaron por las Cámaras federales entre 1934 y 2015, ciclo de prohibición de la reelección legislativa continua en México, mil 448 fueron miembros de dos o más Legislaturas, configurando una tasa de relección con un porcentaje de 14.44%.

Ese segmento se conformó con mil 34 legisladores provenientes del PRI —incluyendo a sus ancestros, PNR y PRM—, es decir, 72.47%.

Del Partido Acción Nacional (PAN), con presencia legislativa en el Congreso desde 1946, se registran 207 legisladores (14.29%) que tuvieron más de una elección.

Mientras que al Partido de la Revolución Democrática (PRD) le corresponden 98 de los legisladores reelectos, es decir, el 6.76% en sus 26 años de vida. De sumar a los perredistas con la llamada “izquierda histórica”, se conforma una cuota de 147 legisladores relectos (10.56%) de esas corrientes, incluyendo al personal parlamentario de partidos vigentes y desaparecidos: PCM, PPS, PST, PRT, PFCRN, PMS, PSUM, PRD, PT y Convergencia-Movimiento Ciudadano.

Simulaciones

Ante la imposibilidad de reelegirse dentro de un mismo órgano cameral, la cerrada élite legislativa dejaba un periodo de por medio antes de volver al Congreso federal o violaba tácitamente una discontinuidad sin explicitudes legales al pasar de una Cámara a otra. En ese “salto” de una instancia a otra se configuraron carreras personales de hasta 30 años de duración dentro del Congreso de la Unión.

La acumulación de años se tradujo en experiencia parlamentaria sólo en algunos casos ais-lados, pues la repetición de un legislador en determinada comisión sólo ocurrió marginalmente, ya que el acceso a dichos órganos legislativos no está reglamentado.

¿A cuál te vas a inscribir?

Cuenta Teresa Gómez-Mont Urueta, ex legisladora panista, que cuando comenzaba la LVIII Legislatura de la Cámara de Diputados (2000-03), a la que ingresaron muchos nuevos cuadros impulsados por el éxito electoral panista de aquella hora, una diputada electa, su propia compañera de bancada, le preguntó: “¿Oye, y tú a cuál comisión te vas a inscribir...? Para ver si me meto a la misma”.

Cuando la reelección parlamentaria mexicana —acotada por la discontinuidad y en un contexto presidencialista—, convergió con los llamados “diputados de partido” (1964-1976), primero, y los legisladores plurinominales (1979), después, se potenció el control de caciques regionales y gremiales, así como de cúpulas partidistas y dinastías familiares sobre las postulaciones, las posiciones parlamentarias y las oportunidades de reelegirse.

De las tres mil 336 posiciones parlamentarias que los mil 448 legisladores reelectos detentaron en las 28 Legislaturas federales revisadas, a lo largo de 81 años, 941 fueron obtenidas por medio de ese sistema de representación indirecta, es decir el 28.20%.

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