Washington.— La nueva administración de Donald Trump decidió en su segundo día al mando de Estados Unidos iniciar una guerra con el cuarto poder del país: la prensa. El presidente estadounidense dedicó gran parte de su jornada a criticar a los medios de comunicación, ampliando y agrietando la pésima relación con aquellos en los que durante la campaña calificó de “mentirosos” y “deshonestos” y que, ya en el poder, parece no querer reconciliarse.

En uno de sus primeros actos oficiales, el republicano atacó a la prensa en una visita al cuartel general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). “Estoy en guerra constante con los medios. Están entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”, aseguró el mandatario de la Unión Americana, culpando a la prensa de la supuesta mala relación entre él y las agencias de inteligencia. La nueva pataleta del presidente estadounidense con los medios de comunicación surge de la “deshonesta” cobertura que en su opinión recibió su acto de investidura y los “falsos” datos de asistencia.

Sin datos oficiales de ningún organismo, las estimaciones apuntan a que fueron 250 mil las personas que se acercaron al centro de Washington para ver la toma de posesión de Trump. Una cifra que difiere con la del mandatario, quien aseguró que mientras daba el discurso tuvo la sensación de que “habría entre un millón y un millón y medio de personas”.

Las imágenes aéreas, no obstante, desacreditan las estimaciones del nuevo presidente de Estados Unidos. En las comparaciones con la asistencia a la primera de posesión de Barack Obama en 2009, donde se estima que asistieron un millón 800 mil personas, las fotografías de la de Trump aparecen semidesérticas.

El sonido de guerra entre Trump y la prensa aumentó con el primer cara a cara con la prensa del nuevo portavoz presidencial, Sean Spicer, quien en poco más de cinco minutos, sin opción a hacerle preguntas, mostró el rostro más duro del nuevo gobierno: agresivo y amenazante, no dudó en decir que la prensa mintió en la cobertura de la investidura del presidente Trump. “Vamos a hacer que la prensa rinda cuentas”, amenazó.

Para Spicer, los intentos “vergonzosos e incorrectos” de algunos medios por “minimizar el enorme apoyo” que se vio en los actos de investidura son inconcebibles puesto que, en su opinión, “el pueblo estadounidense merece algo mejor”, dijo en su estreno en el podio de la Casa Blanca.

Mientras se reabría la guerra con la prensa, Trump quiso hacer las paces con la CIA, agencia de inteligencia a la que hace poco insultó al culparla de la filtración de un dossier con información comprometida suya que estaría en manos rusas y a la que comparó con los servicios de la “Alemania nazi”.

Tras culpar a los medios de una supuesta mala relación, aseguró estar “al mil por 100” con la CIA y otros servicios de espionaje.

“Quiero decirles que no hay nadie que sienta tan fuerte la comunidad de inteligencia y la CIA que Donald Trump. Nadie”, remató, en un nuevo discurso que, al igual que el primero que dio como presidente, careció de toque presidencial y se asemejó mucho a los que diera durante la campaña electoral, tanto en retórica como en contenido.

El primer día completo de Trump como presidente de Estados Unidos empezó en la catedral de la capital del país, en un acto religioso al que asistió en familia y que significó el fin de tres días de festejos por su llegada a la Casa Blanca.

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