El Vaticano anunció la decisión del Papa Francisco de establecer una comisión especial de teólogos y expertos para estudiar las implicaciones del diaconado femenino, un servicio que hasta ahora la Iglesia ha reservado exclusivamente a los hombres.


“Después de una intensa oración y una madura reflexión”, indicó una nota de la Santa Sede, Francisco decidió crear el grupo de estudio compuesto por 12 integrantes, seis hombres y seis mujeres. Así cumplió una promesa que él mismo le había hecho a religiosas de diversos países, en mayo pasado durante una audiencia en Roma.


El presidente de la comisión será Luis Ladaria Ferrer, jesuita, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, y entre las mujeres que lo integrarán destacan Nuria Calduch-Benages, miembro de la Pontificia Comisión Bíblica y Francesca Cocchini, docente de la Universidad “La Sapienza”.


Además de Mary Melone, rectora de la Pontificia Universidad Antonianum; Marianne Schlosser, integrante de la Comisión Teólogica Internacional; Michelina Tenace, profesora de la Pontificia Universidad Gregoriana y Phyllis Zagano, docente de la Hofstra University de Nueva York.


El resto de los miembros son sacerdotes de Italia, España, Alemania y Francia, destacados teólogos y catedráticos de universidades prestigiosas.


Jorge Mario Bergoglio había dado su palabra que iba a constituir esta comisión el 12 de mayo pasado durante un encuentro, en el Aula Pablo VI del Vaticano, con unas 900 líderes de congregaciones religiosas femeninas del mundo, asistentes a la asamblea trienal de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG).


En la reunión el pontífice respondió improvisando a seis preguntas de las presentes, una de ellas le cuestionó: “¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?”.


En su respuesta el líder católico reveló que había abordado el asunto hace algunos años con un “buen y sabio profesor”, el cual tenía estudios sobre el uso de las mujeres diáconos en los primeros siglos de la Iglesia.


Siguió reconociendo que no estaba claro qué papel tenían esas mujeres. “¿Cuáles fueron estas mujeres diáconos? ¿Tenían ordenación o no? Está poco claro eso. ¿Cuál fue el papel de esas ‘diaconisas’ entonces?”, se cuestionó.


“¿Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión? Creo que si. Sería bueno, para hacer que la Iglesia aclare este punto. Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar”, añadió.


Actualmente la Iglesia católica reserva el diaconado exclusivamente a los hombres. Los seminaristas son ordenados “diáconos temporales” un tiempo antes de recibir la ordenación sacerdotal.


Pero no sólo pueden ser diáconos quienes serán presbíteros, también existe una categoría distinta de “diáconos permanentes” que incluso pueden ser casados. Estos son considerados el “grado inferior de la jerarquía eclesiástica”.


Entre las funciones permitidas a los diáconos destacan la proclamación del evangelio, la predicación y la asistencia en el altar, la administración del sacramento del bautismo y el presidir matrimonios, dar bendiciones. Ellos no pueden celebrar misa ni confesar o dar la unción de los enfermos.


La discusión sobre el diaconado femenino no es nueva. Durante la pasada asamblea del Sínodo de los Obispos, que tuvo lugar en el Vaticano en octubre de 2015, el arzobispo canadiense Paul-André Durocher avanzó el tema.


“El Sínodo debería reflexionar seriamente sobre la posibilidad de permitir el diaconado femenino, porque abriría el camino a mayores oportunidades para las mujeres en la vida de la Iglesia”, señaló.


“En donde fuese posible, a mujeres calificadas se les debería asignar posiciones y autoridades de decisión en las estructuras eclesiásticas”, añadió.


jlcg

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