Ciudad de Guatemala.— Después de una convulsa semana que precipitó la caída de Otto Pérez Molina de la presidencia de Guatemala y de una sacudida institucional que estalló en abril, los guatemaltecos tienen hoy una insólita cita en las urnas como resaca de la profunda crisis política en una nación con una endémica pobreza, una frágil institucionalidad y una constante violencia social.

Con Pérez preso desde el jueves por la noche y al menos hasta el próximo martes por un fraude en aduanas, con un nuevo presidente —Alejandro Maldonado Aguirre— y un panorama sorpresivo de más de cuatro meses y medio de destape de la añeja corrupción que ha asolado a Guatemala, unos 7.5 millones de guatemaltecos podrán elegir presidente, vicepresidente, 158 diputados al Congreso, 338 alcaldes y 20 diputados al Parlamento Centroamericano.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) proclamó ayer que está listo para las elecciones, mientras policías y militares reforzaron la seguridad. Las voces a favor y en contra de que haya comicios, por falta de condiciones ante la turbación política, se volvieron a escuchar ayer.

En un país donde 55% de sus más de 16 millones de habitantes está postrado por la miseria, con una institucionalidad copada hace más de seis décadas por clanes oligárquicos y una democracia con apenas 29 años de empezar a restaurar las costumbres de tolerancia y convivencia, las elecciones tampoco parecen ofrecer un drástico cambio en las tradiciones dominantes. Con 14 aspirantes presidenciales, sólo tres tienen posibilidades, aunque todo indica que será necesaria una segunda ronda el 25 de octubre entre los dos más votados.

En su orden y todos opositores, los favoritos son: el abogado, hotelero y subteniente de reserva Manuel Baldizón, del derechista partido Libertad Democrática Renovada (LIDER); el administrador de empresas y comediante de televisión Jimmy Morales, del derechista Frente de Convergencia Nacional (FCN), y la comunicadora Sandra Torres, divorciada del ex presidente Álvaro Colom (2008-2012), de la centroizquierdista Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).

Baldizón, de 45 años, encabeza la puja aunque sin más del 50% necesario para evitar la segunda vuelta, con su partido impregnado por acusaciones de corrupción y por las alianzas con el cada vez más desacreditado oficialismo (Partido Popular).

Pero en un escenario tan convulso como el guatemalteco, es real la posibilidad de que el país sea gobernado por un cómico de tv a partir del 14 de enero de 2016, si Morales logra captar el voto de descontento de los ciudadanos ante un sistema desgastado por la corrupción, palabra siempre de moda en Guatemala.

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