Digo primavera y mi mente se inunda de matices rosas. Desde hace un par de años, seguro usted también lo notó, los vinos rosados han ido ganando terreno en la mesa nacional. Pero no me refiero a esos ejemplares de antaño, de dulzor excesivo y tonalidades casi fluorescentes, ¡no!, hablo de un nuevo estilo de fermentados, de inigualable frutalidad, frescura y acidez.
Si bien el consumo de vinos rosados sigue siendo muy bajo en comparación con el de tintos y blancos —leía el fin de semana que los rosados representan menos del 17 por ciento del volumen total nacional—, cada vez son más las bodegas que deciden entrarle al tema. Ojo, no me refiero a experimentos ocasionales, sino a especímenes consolidados desde hace ya un tiempo, como el V de Casa Madero, el Coco de José Luis Durand, el Helios Rosé de Alximia, el Rosato de Montefiori o el mítico Uriel de Adobe Guadalupe, entre muchísimos otros.
¿Dudas de origen? Resolvámoslas. Los vinos rosados se elaboran de diferentes formas: 1. Mezclando blancos y tintos, 2. Con cepas tintas vinificadas como blancas, 3. Por medio del sangrado, vinificación de uvas tintas con una maceración corta. Generalmente se piensa que son fermentados dulces o semisecos, sin embargo, se trata de todo lo contrario; aromas dominantes de frutos rojos y negros, además de  gran frescura, acidez y ligera astringencia hacen de estos vinos excelentes acompañantes  para el calor de primavera. 
Hace algún tiempo una colega sommelier me comentaba al respecto. “Carlos, son tres los perfiles sensoriales que caracterizan a estos vinos: frutal, particularmente frambuesas, fresas y frutos tropicales; floral, en especial violetas y pétalos de flores rojas, y mineral”. Vaya forma tan apropiada de resumir su expresión.
¿Recomendaciones de maridaje? Si bien todo depende del ejemplar se puede decir que, de forma genérica, los rosados son aliados de los frutos del mar, de los lácteos suaves e incluso de platillos de la cocina mexicana.

Mexicano con medalla
La semana pasada me encontré con Claudia Horta, de la vinícola Casta de Vinos. A Claudia la conozco desde hace tiempo y cada vez que visita la CDMX aprovechamos para echarnos uno que otro vinito. En esta ocasión probamos su Cardón (ensamble de Syrah, Cabernet Sauvignon y Mourvèdre), recién reconocido con una medalla de oro en el Concurso Internacional  de Vinos Bacchus 2017. Con 14 meses en roble americano y húngaro, Cardón es creación de Sergio Castañeda, esposo de Claudia y director de Casta de Vinos. Realmente vale la pena probar este tinto, plagado de notas de frambuesa, arándanos, cacao y un sinfín de especias cálidas.


—Carlos Borboa es periodista gastronómico, sommelier certificado y juez internacional de vinos y destilados.

Casta de Vinos Pitaya 
Grenache

$305.00

En vinoelvino.mx
Zona de producción: Valle de Guadalupe, Baja California
Vista: color salmón brillante 
Nariz: explosivos y agradables aromas de fresas, cáscara de durazno, guanábana, maracuyá y piña madura.
Boca: rosado fresco, con acidez equilibrada y gran presencia de frutos rojos, de larga persistencia.

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