La cocina poblana se pinta sola para agasajar al local y al visitante. Su mosaico de colores habla de una tradición que supo adaptarse al flujo de ingredientes e influencias que han desfilado en su territorio: españoles, franceses, libaneses han dejado su estampa en la culinaria local. El mole poblano, la confitería y los platillos de corte colonial son los embajadores de su cocina y actualmente las propuestas poblanas, tomando en cuenta su herencia cultural, caminan hacia el movimiento de vanguardia que se vive en el país.

La restauración angelopolitana

La cuidad de Puebla tiene dos caras, la colonial que se recorre a pie entre sus incontables iglesias y la moderna, cuya existencia remite más a la vida del suburbio estadounidense. Aquí cuatro recomendaciones para escaparte de fin de semana. La cemita es un platillo representativo y Moyuelo (Av. Juárez 1914, Col. La Paz) se ha dado a la tarea de darle un toque contemporáneo. Prueba su cemita de rabo de res con huevo pochado y pesto de pápalo, un bocado que sintetiza la vieja y la nueva escuela poblana. Nota: marida la cemita con su clamato de la casa, que la escarcha se elabora con tortilla tatemada.

Después, visita El Mural de los Poblanos (Calle 16 de septiembre 505, Col. Centro), donde lo tradicional se enmarca en un recinto colonial. Su carta toma en cuenta la estacionalidad de los productos y sus moles son un primor. Prueba los escamoles que los ofrecen en taquitos, o bien, pide una degustación de mole: poblano, pipián verde, pipián rojo, manchamanteles y adobo. Finalmente, visita El Grillo (Av. Atlixcayotl 3248), cuya propuesta incluye un sashimi de atún y una selección de ostiones a las brasas. Además, del 18 al 13 de marzo ofrecerán un menú a las brasas inspirado en una dupla de fuego y humo con el chef Dante Ferrero, de Monterrey

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