El sector textil mexicano ha sido tradicionalmente uno de los más importantes dentro del conjunto de la industria manufactura mexicana, no sólo por su aportación al valor agregado nacional, sino por ser intensivo en mano de obra y, por tanto, ser una de las principales fuentes de trabajo para hombres y mujeres de todas las edades.

Según datos del Inegi, en 2017 el sector textil, ofreció cerca de 287 mil puestos de trabajo y aportó 0.7% del Producto Interno Bruto (PIB) y 4.2% del total del valor agregado de la industria manufacturera. Sin embargo, a finales de la década pasada, se superaban los 300 mil puestos de trabajo, y las aportaciones al PIB y a las manufacturas eran de 1% y 5%, respectivamente.

La industria textil mexicana ha desarrollado una cadena de producción que abarca 177 de 262 ramas económicas, tales como el comercio, la industria química, servicios de empleo, matanza, empacado y procesamiento de animales, fabricación de productos de plástico, al sector agrícola, a la industria de pinturas, así como la industria del vestido y moda, por supuesto, entre varios más.

¿Qué ha sucedido? El sector ha perdido dinamismo; en los últimos 10 años, la generación de valor agregado ha decrecido a razón de 0.3% anual mientras que el saldo de la balanza comercial lo hizo a 0.6% anual.

El T-MEC ha traído al sector textil mexicano certeza, un arancel cero que privilegia a los productores nacionales y que implica una ventaja competitiva sobre productores asiáticos; sin embargo, datos del U.S Census Bureau muestran que Estados Unidos ha ampliado las importaciones de textiles de otros países como Vietnam y ha disminuido las procedentes de México. Mientras que en 2008 Vietnam exportaba a Estados Unidos únicamente 88% del valor de lo exportado por México a dicho país, en 2017 sus exportaciones fueron 1.9 veces más que las mexicanas. La razón es que el gobierno de Vietnam y otros como los de Bangladesh, China, India e Indonesia han desarrollado estrategias de competitividad muy específicas para el sector, que van desde subsidios en el precio de la electricidad hasta desgravaciones sobre sus ingresos.

Por supuesto, otro gran conflicto está en el mercado interno. Los productos textiles procedentes de estos países son también competitivos por las mismas razones en México y, aunque en las negociaciones del acuerdo CPTPP han establecido una desgravación arancelaria que tomaría entre 10 y 16 años, el País no cuenta con condiciones para evitar el ingreso al mercado mexicano de mercancías subvaluadas, que en muchos de los casos ni siquiera cubren los valores de las materias primas. Además, el acuerdo contiene una lista denominada de “escaso abasto” que permite la importación de una serie de productos que aparentemente no se producen en México y que permitirán la entrada de millones de dólares de textiles procedentes países como Vietnam.

Todo esto derivaría en una disminución de las ventas, de la producción, de empleos y afectaciones en toda la cadena de valor. Es decir, se trata de una crisis significativa que se aproxima sino se hace algo ya.

Justo en un momento en el que se ha privilegiado al desarrollo social como eje de política pública, debe recordarse que es el empleo el principal elemento en el combate a la pobreza y vulnerabilidad económica. Una familia que tiene al menos a un integrante con empleo, con seguridad social, con ingresos, tiene mejores oportunidades de salir adelante. Este es el razonamiento que debe seguirse para dar atención a una de las más importantes industrias en México, una de las que más mujeres emplean.

Se requiere una agenda estratégica del sector, consensuada, que anticipe y gestione riesgos a la par que derive en acciones estratégicas de cortísimo, corto y mediano plazo, así como en planes de trabajo con las autoridades, entendiendo que se trata de diferentes audiencias y lenguajes. Todo ello, con el objetivo de desarrollar para la industria una política económica que equipare las condiciones para los productos nacionales en el mercado interno, garantizando que la mercancía subvaluada que compite de manera desleal no ingresará al país. Se trata de establecer medidas integrales y eficientes, que mitiguen el impacto que a la industria y a las familias mexicanas que viven de ella.

En suma, el sector textil mexicano se ha mostrado resiliente; sin embargo, requiere la atención efectiva de las autoridades, revisando las negociaciones que se han hecho en el CPTPP, generando condiciones de competencia leal para los productos mexicanos y desarrollando esquemas que faciliten la proveeduría en la cadena global de la industria. Se requieren programas específicos de atención y una participación proactiva de los industriales y actores de la cadena, en temas de capacitación, la transición a la tecnificación y digitalización de los procesos, todo bajo un esquema de conservación del empleo formal y bien remunerado.

Vicepresidente de Consultores Internacionales SC

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