La duda es necesaria, es sana, es conveniente; nace de la inquietud, del deseo de conocer y de saber más. La duda que mana de la sociedad es fundamental para la construcción de ciudadanía, para la creación de confianza. No hay lugar para el silencio ni para la evasiva al cuestionamiento. El amedrentamiento y la represalia que se propina a quien expresa su duda representa un crimen contra la democracia. Quien duda y cuestiona con respeto merece el aplauso y no la embestida gubernamental que conduce al silencio reprimido y luego a la abulia y al asco colectivo contra el represor. La duda hay que gritarla, escribirla, dibujarla; hay que repetirla hasta que sea bien escuchada y respondida.

Se debe responder con prontitud y exhaustividad. La calidad de los argumentos construye la credibilidad de las instituciones. No hay espacio para sentimientos ni para subjetividades. El gobernante no puede decirse sorprendido, ni dolido, ni ignorante, ni aletargado en sus réplicas porque quien responde no es su persona, sino el Estado mexicano. En el proceso duda-respuesta está la institución sobre el funcionario. La respuesta, por tanto, no es un acto gracioso ni voluntario, es un componente básico de la legalidad y la rendición de cuentas.

Ahora yo —y muchos más— tenemos dudas de lo que pasa con el tema de los funcionarios despedidos de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), una de las pocas instituciones mexicanas que aún goza de cierto prestigio.

Y aunque no se trata de estar a favor o en contra de David Colmenares, su titular, o de Muna Buchahin y Javier Pérez Saavedra, auditores de la institución a quienes recientemente les solicitaron su renuncia, entre otros funcionarios, sí es necesario dudar de lo que está pasando y de la forma en que ha sucedido. Ya Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola han puesto el dedo en la llaga sobre lo que significan estos despidos y la suspicacia que levanta que, en plena coyuntura electoral, la auditora forense que documentó, entre otras, la #EstafaMaestra, sea corrida casi de un día para otro. También hay dudas desde la sociedad civil: dónde queda la profesionalización del servicio público, cómo se llevan a cabo los procedimientos en la ASF, por qué no ha aclarado nada la Unidad de Evaluación y Control sobre el tema, etc.

Más dudas: Si la primera respuesta de la ASF a la carta de Buchahin fue el 1 de junio, ¿por qué no fue sino hasta el 8 de junio cuando dieron a conocer la fecha en que se solicitó la intervención de la UEC en el supuesto conflicto de intereses de la auditora forense? ¿Cómo es posible lo que declaró Gerardo Lozano Dubernard (que era jefe de Buchahin) a Carmen Aristegui en el sentido de que no tenía idea de si los documentos y computadoras que estaban siendo intervenidos por la auditoría interna, pues qué no Lozano es el responsable del área intervenida?

¿Qué puede mermar más la credibilidad de la ASF que las declaraciones del viernes de su titular en el sentido de que ha detectado redes de corrupción de todos los tamaños al interior de la auditoría? ¿Qué puede ser más devastador para la institución encargada de detectar corrupción en otras entidades que estas afirmaciones que lanzó quien la encabeza?

Resulte lo que resulte, es lamentable el daño que se le está causando a la institución. Es un hecho que estas acciones y declaraciones de funcionarios de la ASF merman la percepción de confianza en esta institución que es pilar del Sistema Nacional Anticorrupción, entonces ¿por qué se han lanzado sus propios funcionarios a desprestigiarla, a atacarla en este momento clave de la vida política del país, sin acompañar resultados ni pruebas de las acusaciones? ¿No será entonces que lo que se busca es precisamente eso, restarle credibilidad a la luz de la coyuntura electoral en la que parece eminente que los funcionarios actuales quedarán desprotegidos? ¿Perder continuidad y quizás también información de las investigaciones realizadas? ¿Por qué lastimar al propio SNA que aún no termina de nacer? Yo dudo.

Presidenta de Observatel, profesora de la Universidad Iberoamericana, miembro del Comité de Participación Ciudadana del SNA. Este artículo refleja su posición personal.
@soyirenelevy

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