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La actriz Kate del Castillo relata para una campaña de concientización sobre la violencia contra las mujeres los malos tratos que sufrió durante su primer matrimonio. Del Castillo nunca nombra a su esposo Luis García, con quien se casó en 2001. Sin embargo, los detalles de la narración no plantean dudas sobre la identidad del “futbolista muy reconocido y exitoso” al que acusa de haber minado su autoestima e intentado estrangularla.

La campaña, parte de la iniciativa Real Woman Stories se compone de varios videos en inglés y en español en los que Del Castillo anima a las mujeres a que no soporten abusos y reconstruyan su autoestima. En un texto escrito por la actriz con el que acompaña a los materiales, explica cómo su relación comenzó cuando tenía 27 años: “Me enamoré profundamente y al año me casé. Pocas veces de novios tuvimos problemas; más que problemas, eran cambios de ánimo marcados en su persona, los cuales hasta gracia me hacían”.

A partir de la boda, la actriz relata que los problemas intensificaron y su marido pasó de las bromas a los insultos: “Recuerdo las noches de mi luna de miel, esperaba a que se durmiera mi esposo para salir a llorar. Las cosas nunca se pusieron mejor. Su manera de controlarme era haciéndome sentir menos, insultándome y burlándose de mí y de mi trabajo como actriz. Siempre de una manera ‘chistosa’ y seguida de un beso. Así empezó el abuso, verbal”. Siguiendo el patrón del abusador, Del Castillo asegura que su esposo fue minando su confianza. “Controlaba hasta mi manera de vestir. Yo quería ser una buena esposa, demostrarle a él y a nuestros padres que era una mujer de casa a pesar de ser actriz, así que la mayor parte del tiempo me sentía culpable de ‘detonarle’ esa parte oscura”.

La última fase del maltrato fue el abuso físico, describe la protagonista de La Reina del Sur: “Todo fue empeorando hasta que empezaron los empujones y las aventadas de objetos. Rompió varias puertas y lámparas. Me prohibió hacer un par de películas y tenía que regresar de LA, donde grababa una serie americana, argumentando que no podía dormir sin mí y que siendo su mujer tenía que dormir en casa. Cuando tomaba se le acentuaba lo violento. Pasé un año y medio con miedo a que llegara en la noche a casa”.

Para la actriz, el revulsivo fue un viaje que Luis García realizó en 2002 como analista deportivo: “Me vi en el espejo y no pude creer lo que vi, una mujer que no reconocí, no era yo. Me encontré vieja, flaca y fea. A partir de ese día dije: ¡No más! Y me fui de la casa no sin antes ir a casa de sus padres, a explicarles la situación. Les dije que en Navidad, el arañazo que su hijo traía no era porque se había rasguñado con una rama, les dije que fueron mis uñas al tratar de defenderme mientras su hijo me ahorcaba y me pateaba. Nunca más volví a esa casa y ahora soy muy feliz”.

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