Uno de los juguetes que Tom Hanks recuerda de su infancia es un portafolio de plástico del Espía OM de Mattel (durante el boom de James Bond). En su interior había una pistola armable con silenciador y una cámara.

“Ponías una película dentro de ella, cerrabas el portafolio con un pequeño botón, colocabas el portafolio sobre la mesa, presionabas el botón y tomabas una foto. Era la cosa más sofisticada del mundo”, platicó el actor.

Este recuerdo está ligado de alguna manera a su más reciente personaje dentro de la película Puente de espías, de Steven Spielberg, en la que se convierte en el abogado de aseguradoras James B. Donovan, quien durante la guerra fría defendió al espía ruso Rudolf Abel, enjuiciado por traición.

Ahora, Donovan tendrá que negociar el intercambio de dos espías: Rudolf y un piloto espía estadounidense capturado por la Unión Soviética.

“Nunca había oído de James Donovan y no conocía nada acerca de estas negociaciones, pero vi lo poderosamente auténtico que era este relato. El intercambio real tomó seis días ¡pero por Dios, qué seis días fueron esos!

“De hecho pensé que lo que había sucedido en el guión cinematográfico era imposible y dije ‘¡de ninguna manera!’, pero descubrí que sí pasó”, platicó Tom Hanks.

Donovan tiene que realizar la negociación que sus gobiernos no pueden para conseguir el intercambio sin efectos catastróficos. El actor contextualiza la paranoia de aquellos años.

“Cualquier concepto en la defensa de un espía se iba a topar con la pregunta ‘¿por qué estás ayudando a que esta gente nos mate?’ Donovan recibió muchas cartas de odio y alguien le disparó a su casa. Tuvo que llegar la policía para protegerlo. Recibió muchas presiones por defender a un tipo quien había jurado hacer caer a Estados Unidos”.

El personaje de Rudolf Abel es interpretado por Mark Rylance, por lo que ambos actores se reunieron para platicar de sus personajes.

“Donovan y Abel llegaron a tenerse bastante aprecio. Con el permiso del jefe (Spielberg), le llamé a Mark y dije: ‘hey, estamos juntos en esta película, vamos a reunirnos y leer nuestras líneas’. Así que nos vimos en Nueva York. Es un artista sin comparación”.

Para dar vida a este abogado crucial en las negociaciones, Hanks se ayudó de los hechos reales.

“Existían las suficientes filmaciones de Donovan para que yo pudiera determinar un número de cosas... ¡la primera es que no me parezco nada a él! Es chistoso pero no fue demasiado problema. Pero está el otro aspecto con relación a cómo asumió su misión”.

Para él, la mejor experiencia durante este filme no estuvo en las palabras sino en los gestos.

“A menudo, los actores quieren hablar y hablar y hablar, pues si están hablando saben que la cámara estará fija sobre ellos. Cuando llegas a uno de los puntos claves en una película y no hay diálogo y todo lo que haces es interpretar miradas y momentos... es algo delicioso”, asegura el actor.

A lo largo de su carrera, Hanks , de 59 años, se ha convertido en todo tipo de personajes: un náufrago cuyo mejor amigo es un balón (Cast Away), un habitante de Alabama con ligero retraso mental pero brillante (Forrest Gump), un capitán durante la invasión de Normandia (Saving Private Ryan), un abogado despedido al enterarse que padece VIH (Philadelphia) y ahora en James Donovan. Muchos de ellos, basados en historias reales.

“Me meto a la cama y estoy leyendo un libro de 140 páginas y Rita (Wilson, la esposa de Hanks) me pregunta ‘¿de qué se trata?’, y yo le contesto: ‘Es de un tema arcano del siglo XIV’ y Rita me dice ‘¿Por qué jamás tan sólo lees una novela?’ Y yo le digo ‘lo he intentado nena, lo he intentado... ¡pero esas cosas son tan sólo inventos!’”.

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