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¿Cómo dirigir a un caracol en cine? El cineasta Michael Rowe responde: “Debe saberse que, si inclinas algo, ellos siempre irán hacia arriba.

Así, con detalles, logró trabajar con animales en Manto acuífero, filme donde además una niña se encuentra viviendo el proceso de divorcio de sus padres biológicos.

“Me consideraba guionista antes que director, por eso decidí aventarme los dos grandes tabú en esta película y, por fortuna, las cosas fueron sencilla”, dice horas antes de partir a Venecia, donde compite con otra película.

Aun así, hubo secuencias que debieron repetirse hasta 18 veces, por lo cual el mantener la misma energía era lo complicado para la niña Sofia Sailin Macías y la actriz Tania Arredondo.

“Lo increíble es que Sofía la mantenía sin problema”, recuerda Tania.

Rowe fue el ganador de la Cámara de Óro 2010 en Cannes, por su ópera prima Año bisiesto.

Ese trabajo llamó la atención de Gael García Bernal (Y tu mamá también) que decidió estar como productor en esta nueva aventura.

No llegó solo, sino que convenció al ganador del Oscar, Eugenio Caballero (El laberinto del fauno), para el diseño de producción. Fue el responsable de crear, entre otras cosas, dos pozos.

“Uno que se ve desde afuera y, otro, donde pueda manipularse la cámara”, recuerda Caballero.

Manto acuífero tiene algo de biográfico de Rowe, a quien la idea le llegó tras leer en un aeropuerto el cuento Secret de Tim Winton, y sin dejar de llorar.

“También es producto de mi divorcio y del terrible jaloneo emocional, hubo una temporada en el que no tuve acceso a mi hija y eso me dejó profundamente impactado”, cuenta.

Desde Venecia. Rowe se encuentra en el Festival de Venecia donde presentó Early winter, que cierra su trilogia alusivo a la soledad, comenzada con Año bisiesto y Manto acuífero.

La película surgió cuando un amigo de Québec le contó el aumento de las depresiones en esa región al acabar sus terribles inviernos, unido a la especial relación que tiene con los asilos de ancianos (su madre y su hermano han trabajado en ellos), le hizo desarrollar la historia de David (Paul Doucet), un trabajador en uno de esos centros, casado con Maya (Suzanne Clément), una rusa con la que tiene muchos problemas.

Una película con pocos diálogos y muchas miradas, que dejan lugar a la imaginación del público.

“No me gusta tratar a la audiencia como si fuera estúpida y una de las mejores formas de hacerla participar es que les haga pensar”, explicó. Con información de EFE

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