La violencia es una herida abierta en el corazón de nuestro país. Es un flagelo que padecen miles de personas todos los días en las regiones en las que el cumplimiento de la ley dejó de ser prioritario hace mucho tiempo. Mientras tanto, las muertes provocadas por el crimen organizado se han recrudecido con el paso de los años y mantienen altos índices en los registros oficiales.

Desde que el gobierno federal ordenó la lucha abierta contra el crimen organizado, en 2007, el número de homicidios dolosos se incrementó; así fue que 2011 se convirtió en el año más violento registrado hasta entonces. El cambio de gobierno, un año después, no mejoró el panorama. A pesar de los esfuerzos institucionales y con un cambio de estrategia de seguridad, 2017 impuso una nueva y lamentable marca.

La lucha por la pacificación de nuestro país ha sido continua e infructuosa, pues la larga travesía para reducir la violencia fue emprendida por el Estado mexicano desde hace años y los resultados no han sido los esperados. El crimen organizado no conoce de tiempos políticos, puesto que la violencia sigue ahí y estos grupos imponen cada día su ley en amplios territorios del país.

Contra los grupos delictivos se optó primordialmente por la fuerza y se relegaron las herramientas tecnológicas y de inteligencia. En capturas de grandes capos, por ejemplo, las labores de investigación de la agencia estadounidense antinarcóticos (DEA) siempre fueron clave en los operativos.

La consolidación de bases de datos, así como la coordinación óptima entre autoridades federales y estatales, tendrían que tener un peso igual o mayor al de utilizar elementos policiacos o militares.

En el actual gobierno hay planes para apostar a la inteligencia y a la tecnología en el combate a la inseguridad. La inteligencia puede aportar elementos para realizar de forma quirúrgica las acciones en contra de los grupos del crimen organizado, principales causantes de la violencia en el país.

Recuperar y fortalecer esa herramienta puede ofrecer certezas al Estado para evitar que la violencia se enfrente con más violencia, según ha explicado López Obrador. Sería una medida sensata, debido a que esta la tecnología y la investigación siempre debieron ser base para atacar la criminalidad.

El país necesita paz. Los años pasan y el fenómeno delictivo se incrementa cada vez más, mientras que los que más sufren son los mexicanos más vulnerables. Este es solo el primer paso de los muchos que hay que dar para alcanzar ese objetivo.

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