El gobierno de la Cuarta Transformación inició con mensajes y promesas de todo tipo para los sectores más variados. El presidente Andrés Manuel López Obrador no podía dejar pasar esta oportunidad en la que los reflectores nacionales e internacionales estaban sobre él.

El mensaje a los mercados fue que no gastará más de los recursos disponibles y la adopción del compromiso de no elevar la actual deuda pública. A quienes quieren ver en él a un dictador en potencia, anticipó que no se reelegirá “bajo ninguna circunstancia”. Para aquellos que cuestionan su poca tolerancia a la crítica, mencionó que habrá un respeto a las libertades —en especial a la de expresión—, así como una apuesta a la reconciliación.

Sumó varios temas: cancelación de la reforma educativa, austeridad republicana, disminución de la desigualdad, castigo a los abusos de autoridad…

Su plan: lograr la transformación en medio de un escenario pacífico y ordenado.

Sin embargo, en primer lugar, y por mucho el compromiso más importante del discurso pronunciado ayer ante el Congreso de la Unión, apareció el objetivo de acabar con la corrupción y la impunidad, “que impiden en el renacimiento de México”.

La promesa de atacar la corrupción, sin embargo, no será fácil de cumplir. Se requerirá algo más que buenas intenciones y que el mandatario predique con el ejemplo de honestidad.

En el sexenio que concluyó quedaron a medias mecanismos para atacar las causas de la corrupción que conviene retomar para desterrar prácticas como la detectada por la Auditoría Superior de la Federación, que denunció la triangulación de recursos y la asignación de contratos a terceros, sin que se existiera constancia de los servicios realizados.

El presidente dibujó una realidad muy diferente a la de los discursos oficiales de los últimos gobiernos. Una situación cruda de pobreza, corrupción e impunidad.

Sus palabras refrendaron lo que ha sido su bandera política desde hace años. Hubo pocas diferencias en el discurso que ha mantenido en los últimos años y que ha plasmado incluso en los libros publicados.

Ahora está frente a la oportunidad de concretar su proyecto de país: incluyente, sin desigualdades, sin corrupción y sin impunidad.

Luego de décadas en los que el país ha luchado sin éxito contra esos problemas, es necesario que el mandatario cuente con el apoyo de todos los sectores en su propósito.

Son 120 millones de mexicanos que esperan que lo de ayer no quede en una feria de promesas.

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