Los avances en el reconocimiento al papel de la mujer en la vida de nuestro país son innegables, como lo son también los muchos retos que persisten para asegurarles plenas garantías a sus derechos. En el imaginario colectivo hay todavía una percepción que sobaja a la mujer hasta el punto de violentarlas por el simple hecho de ser quienes son. Es inadmisible que esto ocurra cotidianamente en nuestro país.

Desde esta perspectiva, el Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, Licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, encabezó el encuentro 103 Mujeres Líderes en el marco del Día Internacional de la Mujer, en el que reconoció la aportación que ellas hacen a la vida pública en los ámbitos político, cultural, artístico, deportivo, científico, entre otros. En ese marco, se pronunció en contra de toda forma de violencia hacia la mujer.

En México, la violencia contra ellas es, por desgracia, cosa de todos los días. Hay mujeres que son atacadas en el transporte público, ya sea porque son tocadas contra su voluntad o porque se les priva de su libertad con consecuencias trágicas. También están aquellas que son vendidas en sus comunidades y por sus familiares para contraer matrimonio con extraños. Un caso más son quienes son explotadas sexualmente a cambio de grandes utilidades monetarias.

La peor forma de violencia hacia la mujer, sin embargo, es aquella que se manifiesta en sus propios hogares. En numerosas ocasiones son los esposos o los padres de familia quienes ejercen la violencia de primera mano, ya sea a nivel verbal, psicológico y hasta físico. En todo caso, está claro que en nuestro contexto social, la mujer es violentada sistemáticamente. Esta cultura se arraigó desde hace tiempo y conviene traerla a cuento para elaborar alternativas que permitan erradicarla.

La defensa de la mujer no puede ceñirse únicamente a posicionamientos ideológicos o que atiendan a la corrección política. La discusión fundamental es cómo garantizar los derechos de las mujeres en el espacio público a partir de una nueva cultura sobre ellas. Es necesario que la defensa de los derechos de las mujeres se enarbole por todos: gobiernos, organizaciones ciudadanas y la sociedad en su conjunto.

La cultura que prevalece en México, y que se resiste a reconocer la dignidad de ellas por medio de la violencia, tiene que enfrentarse contundentemente. No se trata de una confrontación entre géneros, sino de entender que las mujeres tienen tanto derecho como cualquiera a vivir en libertad y con los mismos derechos que los hombres. Para eso, hay que castigar, moral y formalmente, cualquier gesto que las sobaje. Eso ya no debe ocurrir.

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