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Coscomatepec de Bravo

Este pueblo nació a las faldas del volcán Citlaltépetl, el Pico de Orizaba, quedando envuelto por bosques tupidos y laderas acariciadas por la niebla, que incitan a disparar la cámara hasta agotar la memoria.

Sus valles son regados naturalmente por El Nacimiento, un manantial al que se llega en auto o a lomo de bestia (caballo o mula). El espectáculo son los brotes de agua, como fuentes, de entre las piedras y las montañas.

A 10 minutos del centro histórico, adornado con larguiruchas palmeras, se encuentra la zona arqueológica Tetlalpa. Se pueden observar 32 pequeñas pirámides, algunas todavía cubiertas con vegetación, un juego de pelota y un centro ceremonial.

Su gastronomía es de las más representativas de Veracruz. En cada platillo se fusionan los sabores y olores propios de la montaña: hierbas, semillas, frutos, chiles y cebollejas (cebollas pequeñas). Entre sus platillos insignia están el chileatole de frijol tierno o gordo, los esquites de mole, el tapado de pollo y los tamales de frijol y chicharrón.

Sus maestros artesanos son los mejores talabarteros del estado, así como los encargados de elaborar puros con tabaco cosechado en la región de Los Tuxtlas.

La cereza del pastel sería que Coscomatepec forma parte de la Independencia de México, pues es aquí donde se hizo un héroe, Nicolás Bravo, al liberarlos de la Nueva España. Cada 4 de octubre se realiza una cabalgata nocturna para recrear este pasaje de nuestra historia nacional.

En tierra de brujos

Catemaco tiene magia natural y se localiza en la exuberante Reserva de la Biósfera de los Tuxtlas, una de las selvas más exóticas de México que atrae a los viajeros por el poder de sus curanderos, que, gracias a la herbolaria y a otras divinidades, logran devolver la buena suerte, curar enfermedades, quitar el mal de ojo y "amarrar" a la persona deseada.

Su laguna en realidad es un lago que se formó por las erupciones de los volcanes Santa María y San Martín. Dentro de éste hay tres islas: la de los Monos, Agaltepec y de las Garzas. Las dos primeras son sede de investigación con monos tailandeses y mexicanos.

Dentro de Catemaco está la Reserva de Nanciyaga, la selva tropical más grande al norte del ecuador. Son cuatro hectáreas con un parque ecológico que ofrece temazcales, limpias y recorridos en kayak para escuchar los sonidos de la selva.

No se puede dejar de visitar el Salto de Eyipantla, un monstruo de cascada de 50 metros de alto y 40 de ancho. Para llegar a ella hay que subir 244 escalones; sólo entonces estarás en uno de los escenarios reales de la película Apocalypto. Un coctel de caracoles tegogolos cerrará con broche de oro el viaje.

Te deja la piel chinita

A 32 kilómetros de Xalapa se encuentra Naolinco, pueblo de callejones limpios, con fachadas en tonos pastel y balcones de hierro forjado, digno de ser visitado después de recorrer otros tesoros veracruzanos.

Su nombre significa en náhuatl "lugar de los cuatro movimientos del sol". Y es verdad, los días nublados y tristes son muy pocos.

Los fines de semana son como una gran kermés, con puestos de artesanías talladas en madera, principalmente máscaras, como las del reconocido artesano Lino Mora.

El pueblo también trabaja la piel, por lo que es considerado la competencia de León, Guanajuato. Hay un callejón con más de 30 tiendas de zapatos, ropa y bolsos, y los precios verdaderamente accesibles.

En un recorrido por sus calles se descubren negocios con más de 100 años de existencia, como una botica que ahora es un museo de fórmulas, morteros y envases de Emulsión de Scott.

Algunos balcones son terrazas de restaurantes, donde se cocinan mole negro, cecina y chiles chipotles rellenos, especialidades gastronómicas que se distingue en todo Veracruz.

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