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Se rumora que una sirena se lo llevó. Don Julián siempre dijo que un espíritu con forma de mujer iba a ser el que lo mataría. Un día apareció flotando frente a su chinampa, en la laguna de Tezhuilo, rodeado por sus dos mil 400 muñecas viejas; solo ellas saben si la sirena logró su cometido o si el dictamen médico acertó al decir que murió por un paro respiratorio.

Los juguetes siguen en la antigua casa del chinampero, hoy convertida en museo. Están colgados en los árboles y en las vallas de madera, dando al islote un aspecto tétrico. Las muñecas están sucias, despeinadas y, algunas, sin ojos. A veces se activan los mecanismos que las hacen reír o llorar, por eso la gente piensa que están vivas.

El sobrino de don Julián es quien se encarga de hacer los recorridos guiados y mostrar la “herencia” de su tío, quien además tenía una muñeca favorita, Agustinita. Él mismo la peinó, vistió de blanco y sentó en una trajinera de unicel.

Según la tradición, todos los visitantes deben dejarle unas monedas, para que los malos espíritus no los sigan en su recorrido.

Si uno de los visitantes se anima, puede acampar frente al islote, hay un espacio designado para ello. Pero su trajinera debe salir de la isla y dirigirse a otro punto importante dentro de la reserva ecológica de Xochimilco.

A construir una chinampa

Hay que navegar 45 minutos para llegar a la chinampa interactiva de Xochiquetzalli. Es una cooperativa de campesinos que enseña el método ancestral de siembra, actividad que le valió a Xochimilco para ser enlistado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Los visitantes ayudan al trazo de los surcos y a depositar semillas que después germinarán como frutas, vegetales y flores.

En este espacio se hace un receso para comer barbacoa y quesadillas hechas al momento. Después vienen las compras: a casa se pueden llevar plantas medicinales por cinco pesos o una buena canasta de frutas por 100.

La parte final del recorrido incluye una visita al Museo del Ajolote, dedicado al estudio de este anfibio que tiene la particularidad de regenerar cualquier parte de su cuerpo y que además está en peligro de extinción.

Después de la visita, la trajinera emprende el regreso al Embarcadero Belem, de donde salió. Pero antes, se detiene varios minutos en el canal de Apatlaco para observar aves y, en días despejados, al Popocatépetl e Iztaccíhuatl reflejándose sobre el agua.

GUÍA DEL VIAJERO
Quién te lleva

Xochiquetzalli. El recorrido completo dura seis horas. La trajinera tiene capacidad para 20 personas. Precio: 350 por hora.

El paseo se puede combinar con un taller para elaborar dulces cristalizados.

Se ubican en el Embarcadero Belem, sobre la calle Violeta 72.

En línea

www.xochiquetzalli7.com.mx

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