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Ya sin ese costoso saco que hacía aún más elegante su ‘outfit’ de ‘dandy’, pero sí con el chaleco que daba el toque de distinción, Antonio Mohamed descompuso un poco la percha al festejar cual niño la anotación del joven defensa César Montes (70’), esa que oficializó la clasificación del líder Monterrey a las semifinales por primera vez en año y medio.

No hubo milagro. El rey ha muerto. El sueño de bicampeonato de los Tigres pereció frente a su más enconado rival, ese al que congeló gracias a un partido en el que coqueteó con la perfección durante poco más de una hora. Victoria (2-1, 3-4 global) que no alcanzó para que los felinos eliminaran a los Rayados, que volvieron a aprovechar ese demencial lado que tienen Ricardo Ferretti y sus dirigidos.

Porque la temporada de la nómina más cara en la hoy llamada Liga MX se fue por la borda en 180 segundos de locura colectiva. Todo comenzó con la expulsión del capitán Anselmo Vendrechovski ‘Juninho’, incapaz de controlar su ímpetu durante aquella jugada en la que parecía tener contra la línea lateral al volante uruguayo Carlos Sánchez. El empujón fue claro y la segunda tarjeta amarilla automática (67’). Empezaba el caos.

El ‘Tuca’ lo extendió con sus reclamos al silbante Francisco Chacón, quien también le envió al camerino. El monarca del torneo pasado volvió a sabotearse. La salida del ogro bigotón fue acompañada con aplausos, mas el verdadero rugido llegó cuando se ejecutó la pelota propiciada por la infracción del defensa brasileño.

Rogelio Funes Mori comprobó ser el más lúcido de los ‘Cuatro Fantásticos’ en el ataque albiazul y metió un cabezazo que Nahuel Guzmán apenas atinó a desviar. La redonda quedó muerta, lista para ser empujada por alguien con hambre de gloria. El ‘Cachorro’, ese espigado zaguero debutado por el ‘Turco’, corrió más que nadie para cumplir su cita con la historia. Remate implacable, con el sello de la determinación. ¿Quién mejor que él? Hace casi un año, él firmó el primer tanto en la historia del moderno estadio BBVA Bancomer, en el amistoso contra el Benfica de Portugal. Primera vez que estremece las redes contrarias en un juego oficial.

Fue entonces que los Tigres parecieron no responder más, aunque su polémico arquero dio la última bocanada de aire con el penalti detenido a Funes Mori (84’). El silbante se lo inventó por una supuesta mano de Guido Pizarro. La realidad es que el esférico le había golpeado en la cara. Dio lo mismo. Cuando los universitarios todavía no caían en la demencia, también le atajó una pena máxima a Dorlan Pabón (52’).

Pudo ser una jugada catártica, porque los futbolistas del ‘Tuca’ seguían a un gol de la hazaña. Jesús Dueñas marcó el primer tanto de los felinos. Certero cabezazo a servicio de Javier Aquino (10’). El miedo blanquiazul aumentó con aquella jugada en la que André-Pierre Gignac rescató un pelotazo y lo convirtió en servicio para Rafael Sobis, quien hizo su segundo tanto en la eliminatoria (26’).

Miles de corazones se detuvieron. Lucía como el preludio de otra dorada página en la historia de los Tigres… Hasta que su demencia los llevó al suicidio. Tuvieron la pelota el 54% del tiempo. Estéril. Sólo hicieron cinco disparos, por nueve de los Rayados.

Lo que explicó la euforia de Mohamed cuando terminó el duelo. Los Tigres derramaron lágrimas de sangre. El campeón ha muerto… Ante el equipo de un hombre que desea llegar a lo más alto en su tercer club distinto, porque el ‘Turco’ ya dio la vuelta olímpica con los Xoloitzcuintles de Tijuana (Apertura 2012) y el América (Apertura 2014).

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