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Los Raiders encontraron su segunda casa a tres mil 700 kilómetros de Oakland. El Estadio Azteca vestido de gala, pintado en negro y plata, muestra su amor por los Malosos y los cobija.

El equipo californiano no tiene que buscar más un nuevo hogar en Las Vegas o en Los Ángeles, con la Ciudad de México es suficiente, no cabe un alma más en “Coloso de Santa Úrsula”.

La fanaticada recibe al conjunto local con una ovación de pie. El clásico cántico de “¡Raiders! ¡Raiders!” acompaña a los profesionales al terreno de juego.

Éstos miran hacia arriba para admirar el inmueble y capturan el momento: el primer Monday Night fuera de los Estados Unidos.

El quarterback Derek Carr es el consentido de la afición. Cada pase completo es suficiente para que los fans se rindan a su pies.

El llamado de “¡México, México, México!” retumba en las instalaciones del estadio.

El espectáculo deseado le cumple a los presentes. Las gargantas provocan que las ofensivas no puedan organizar bien las jugadas. La gente se apasiona.

El “Coloso de Santa Úrsula” recibe a gente de toda la República Mexicana y de Estados Unidos. Todos quieren vivir de la fiesta de la NFL. Más de 10 mil fanáticos estadounidenses se unen con los mexicanos para disfrutar de este lunes histórico para el deporte.

El Azteca se pinta más de color oscuro; sin embargo, varios aficionados de otros equipos aprovechan el evento para respirar un poco del ambiente del .

Jerseys de los Cowboys de Dallas y los Steelers de Pittsburgh sobresalen entre los Patriots de Nueva Inglaterra, los Packers de Green Bay y los Broncos de Denver. No importa que jueguen otros equipos, es la NFL y está de regreso.

La preventa se vivió previo al juego. Los boletos comenzaron en su precio habitual, 600 pesos, y alcanzó cifras 10 veces mayor.

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