“El Pana” llegó puntual a su última corrida y en seguimiento al protocolo taurino entró a las 16:00 horas a la monumental plaza de toros que lleva su nombre, “Rodolfo Rodríguez”. Su colorida estampa de maestro y su sonrisa, plasmada en un retrato de unos cuatro metros cuadrados, ocupó enseguida el centro del ruedo, justo debajo del altar donde dos sacerdotes oficiaron una misa de cuerpo presente.

Y como en sus mejores épocas fue cargado en hombros, pero esta ocasión lo hizo dentro de un féretro, en el que reposó la noche anterior en el auditorio municipal “Emilio Sanchez Piedras”, para que su pueblo, sus amigos, matadores y empresarios se despidieran de él.

De ese sitio fue sacado también en hombros para llevarlo al coso taurino, situado a un costado del auditorio municipal. Fue una entrada extraordinaria porque a su paso surgieron los gritos de sus seguidores, mientras la banda de música elevaba el tono de los pasos dobles. El colorido del confeti surgió por los aires mientras “El Pana” daba dos vueltas al ruedo al grito de “torero”, “torero”.

“El Pana” fue generoso, trató siempre de compartir, dijo monseñor Enrique Ruiz, quien ofició la misa en medio del ruedo. Y así quedó demostrado porque Rodolfo Rodríguez, conocido aquí como “El Brujo” por la creación de pases aviesos, partió plaza con sus amigos matadores de toros, así como algunos ganaderos que asistieron a darle el último adiós.

Ahí estuvieron los matadores Oscar San Roman, Enrique Fraga, José Angelino, Angelino de Arriaga y Miguel Cepeda, “El Breco”, entre otros, además de su compadre Rafaelillo, quien prácticamente encabezó le homenaje que le rindieron a “El Pana” en la plaza de toros de su tierra natal.

También lo despidieron novilleros de escuelas taurinas, el gobernador Mariano González y el edil de Apizaco, Jorge Luis Vázquez Rodríguez.

Su familia divulgó que el deseo de “El Pana” era ser incinerado y pidió distribuir sus cenizas entre la casa donde vivió de niño, la plaza taurina y tres ganaderías: De Haro, Jaime Rodríguez y Zacatepec.

Con la ganadería De Haro se entiende porque el empresario Manuel de Haro falleció cuadrapléjico y el Pana lo veía como un hermano, dijo uno de los familiares del matador.

La algarabía se desató en las tribunas cuando una bandera mexicana ondeó al lado del féretro del Pana. En el ruedo no hizo falta ningún toro para vitorear a Rodolfo Rodríguez porque sus compañeros y seguidores festejaron las suertes que inventó en el toreo como “La Veladora”, el “Par de Calafias” y “El Trincherazo”. “Venga matador”, “ole”, girtaron al unísono unas mil 500 personas reunidas en el coso taurino de Apizaco.

El féretro, mientras tanto, descansaba en el ruedo en tanto el sacerdote recordaba la devoción católica de Rodolfo Rodríguez y sus constantes invitaciones para que “le aclarar algunas dudas que tenía sobre la palabra de Dios”, dijo monseñor Enrique Ruiz, apoyado por el presbítero Guillermo Sánchez de la Rosa.

“Esta es su última corrida y de aquí se va al cielo”, lapidó Paco Doddoli, Secretario General del Sindicato de Toreros de México.

Casi al final de la misa cayó una brizna de lluvia que fue despejada por los vientos y la salida momentánea del sol, tiempo suficiente para terminar el rito religioso, cargar en hombros a “El Pana” y llevarlo a la Basílica de Nuestra Señora de la Misericordia, en Apizaco.

Unos 20 minutos después cargaron otra vez su caja y lo dispusieron en una funeraria para su crematorio. Su madre Alicia González Tapia, de 87 años de edad, sólo siguió curso del cortejo fúnebre. Su rostro registraba cansancio, dolor y agotamiento.

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