Es común verla sentada en la primera fila de los desfiles más exclusivos: luce seria, porta unas gafas negras y usualmente tiene los brazos cruzados. Pocas son las personas que se acercan a saludarla, sin importar que sean celebridades o personajes de la moda. La fama de mujer fría y demandante que posee la directora de la edición norteamericana de Vogue y Directora artística de Condé Nast Publications, Anna Wintour, la tiene ganada a pulso.

El próximo año, la británica cumplirá tres décadas al frente de este título, uno de los más vendidos y respetados en la moda. Su poder en la industria es indudable: es capaz de catapultar a nuevos diseñadores, modelos y fotógrafos, además de revivir a figuras en descenso, como lo fueron Kate Moss y John Galliano tras sus sonados escándalos.

Desde 1995 es responsable de organizar la gala inaugural de la exposición que cada año dedica el Museo Metropolitano de Nueva York al mundo de la moda. En casi 20 años, la editora consiguió recaudar más de 125 millones de dólares para el Costume Institute –el espacio donde se exhibe esta muestra–, por lo que en 2014, cambió su nombre a Anna Wintour Costume Center.

La tradicional gala del Met, celebrada la semana pasada en la ‘Gran Manzana’ con motivo de la exhibición que rinde homenaje a la diseñadora Rei Kawakubo, suele reunir a la crema y nata de la industria de la moda, el entretenimiento y la alta esfera social neoyorquina. Aun cuando los boletos para este evento pueden rozar los 50 mil dólares, no cualquiera puede tener acceso.

Wintour es la encargada de decidir quién asiste y quién no, además de establecer el orden de entrada al recinto, de elegir el lugar donde se sentará cada invitado y, por si fuera poco, de aprobar qué marcas pueden fungir como patrocinadoras: no por nada hay quienes se refieren a este acontecimiento como la fiesta privada de la británica quien, por cierto, fue condecorada el viernes pasado por la Reina Isabel de Inglaterra por su contribución a la moda y el periodismo, y nombrada Dama del Imperio británico.


Las dos caras de Anna


Proveniente de una familia acomodada, la actual directora de Vogue decidió abandonar sus estudios cuando era adolescente. Antes de ocupar el puesto que hoy ostenta, formó parte de títulos independientes, así como de las revistas Harper’s Bazaar y Vogue UK. Su primera portada para la edición que encabeza causó revuelo por presentar a una modelo ataviada con unos jeans Guess y una chaqueta bordada de Christian Lacroix con un valor superior a los 10 mil dólares.

“A la mujer actual le interesan los negocios y el dinero, no tiene tiempo para ir de compras; quiere saber qué llevar, dónde usarlo y cómo”, declaró en los años 80 acerca del papel de la moda en la vida de la mujer, una postura que sin lugar a dudas se mantiene vigente en nuestros días.

Si bien es conocida por su fría personalidad –misma que inspiró uno de los personajes centrales de la novela The Devil Wears Prada–, la británica suele mostrarse sonriente cuando está acompañada de su hija Bee Shaffer, con quien acude a los desfiles y celebraciones de la industria.
A lo largo de su carrera, Wintour ha sabido encauzar su poder y mostrar así un lado más amable; por ejemplo, al organizar eventos para apoyar la lucha contra el sida o, bien, para impulsar a los jóvenes talentos de la escena norteamericana.

Frase

"Creo que soy decidida en mi trabajo y me gusta que las cosas se hagan rápido. Si eso da la impresión de intimidación, lo siento.”

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