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Desde su fundación entre 1898 y 1909 en los límites de la ciudad, la colonia Juárez agrupó emblemáticas joyas arquitectónicas que marcaron la época porfiriana. Sobre terrenos de cultivo y baldíos que colindaban con Paseo de la Reforma y Bucareli, empresarios y diplomáticos extranjeros vinculados a la aristocracia de la época edificaron sus residencias, casonas que semejaban palacios y que reproducían los estilos arquitectónicos de Francia.

Un siglo después, a pesar de los sismos, la depredación inmobiliaria y el afán por la modernidad, en las calles de esta colonia que adquirió su nombre actual en 1906 –año del centenario de natalicio de Benito Juárez— sobreviven ejemplos de esas lujosas villas, palacetes y residencias señoriales.

En medio de sus edificaciones modernas y de inmuebles convertidos en estacionamientos sobreviven también ejemplos de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, como la funcionalista, característica de las viviendas unifamiliares y plurifamiliares.

Ocupados como casa habitación, museos, comercios u oficinas, se mantienen en pie unos 400 inmuebles con valor artístico que dan cuentan de 80 años de historia de la arquitectura que se desarrolló en esa parte de la ciudad. En esas calles, que llevan nombres de famosas ciudades del mundo, también hay historias de destrucción.

De acuerdo con la arquitecta y maestra en Artes Visuales, Elena Segurajáuregui, en la Juárez sobreviven unas 400 edificaciones con características arquitectónicas únicas que hacen de la zona una de las más ricas a nivel artístico y patrimonial. De esas edificaciones —dice— al menos 30% están destruidas o alteradas por deterioro natural, sismos o porque sus propietarios derrumbaron el interior y sólo mantuvieron fachadas. “Se han dañado por diferentes razones. La primera es que, al ser un sitio estratégico en la ciudad, se ha ido especulando mucho sobre esos predios; desde su creación la colonia estuvo sujeta a la especulación inmobiliaria y urbana. Cuando llegaron nuevas tendencias arquitectónicas, sobre todo el funcionalismo, al ser un sitio tan atractivo, comenzaron a tirar algunas de las primeras construcciones para darle lugar a las modernas, sobre todo en Paseo de la Reforma”, explica la investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco.

El desplazamiento de sus habitantes hacia zonas más alejadas del Centro, como Las Lomas o San Miguel Chapultepec, fue otro factor que influyó en el deterioro de la arquitectura. “En los 60 y 70 entró la venta de autopartes a la colonia y eso también deterioró mucho. En la calle de Abraham González, los palacetes se adaptaron para ser tiendas de autopartes”, asegura.

Ejemplos de arquitectura. En su estudio Guía de la colonia Juárez. Inventario de un patrimonio, la arquitecta reunió la riqueza arquitectónica de la colonia con el fin de dar a conocer la importancia de proteger aquellas construcciones que le dieron origen a finales del siglo XIX y las que la mantuvieron a la vanguardia en los años 70 del siglo XX. Y es que, en la actualidad, considera, por su ubicación en un punto estratégico del centro de la ciudad, la zona está sujeta a la especulación inmobiliaria y al crecimiento urbano, lo cual podría terminar devorando esas casonas, palacetes y viviendas que se conservan y que en su momento la convirtieron en una de las colonias más modernas en el siglo XX. “Ahí se conjugan grandes ejemplos de la arquitectura que impulsó Porfirio Díaz para dar una imagen de modernidad, sobre todo la arquitectura ecléctica, que es lo que más se encuentra todavía en la colonia. Deben existir todavía unos 300 ejemplos de arquitectura ecléctica”.

La especialista añade que aunque lo ecléctico ha caracterizado a la colonia, también hay ejemplos de neocolonial, art decó, funcionalista y arquitectura internacional. Ahí está, por ejemplo, la casona de ladrillos de Berlín 36 y 38, en la esquina con Versalles. Edificada en 1910 por el ingeniero B. A. Pigeon, es una muestra de arquitectura ecléctica; es uno de los primeros edificios de departamentos de tipo europeo y es emblemático por el techo que corona el torreón de una de sus esquinas.

A unas cuadras de ahí, en Londres 6, está uno de los pocos ejemplos que quedan de las lujosas villas que caracterizaron los primeros años de la colonia. Se trata de la casona estilo Art Nouveau construida por el arquitecto Antonio Rivas Mercado entre 1900 y 1904, hoy convertido en Museo de Cera.

En contraste, en la acera de enfrente sobrevive entre las ruinas y la vegetación los vestigios de la casona que albergó, a finales de los años 30, la embajada de España. Este inmueble con torreones, grandes ventanales y un jardín con plantas que ahora han invadido su interior, fue la sede del gobierno de la República Española en el exilio. Hoy, el inmueble luce abandonado, invadido por la vegetación.

Otro ejemplo de las villas construidas en la zona es la que sobrevive en la calle de Havre 58 y 60. Esta casona de piedra, con una torre-mirador, salta a la vista por sus características medievales. Originalmente construida como casa habitación, su interior ahora es ocupado como oficina de una empresa dedicada a la venta de productos para el cuidado personal.

Del otro lado de la colonia, frente al conjunto arquitectónico que actualmente ocupa la Secretaría de Gobernación, está también una de las emblemáticas residencias urbanas de principios del siglo XX. Esta casona antigua en General Prim 30 es actualmente conocida como Casa Juárez Proyecto público Prim, iniciativa que ha comenzado a recuperar este espacio y a darle vida con exposiciones de fotografía y arte contemporáneo.

Otra de las joyas arquitectónicas que conserva esta colonia es el conjunto habitacional el Buen Tono, ubicado entre Bucareli y Abraham González. El Edificio La Mascota, como también se le conoce, fue construido para albergar a los trabajadores de la famosa fábrica de cigarros y es considerado como uno de los ejemplos más acabados de la arquitectura porfiriana.

“Cada construcción tienen algo que aportar para entender la historia de esta colonia”, destaca la autora de este libro que es un estudio que reúne la memoria histórica de la colonia y su patrimonio arquitectónico.

El volumen, editado por el INBA y la UAM, agrupa los tipos de vivienda en tipologías arquitectónicas, describe cada una de las construcciones e incluye un mapa de ubicación para que funcione como una guía de la colonia.

El volumen incluye fotografías que dan cuenta de algunas de las joyas que la colonia perdió por diferentes razones, por el sismo del 85, destrucciones o modificaciones. Entre ellas destaca la casona que habitaba Francisco I. Madero, que se ubicaba en la esquina de Liverpool y Berlín, y que fue destruida en 1910 durante la Decena Trágica.

“Este libro busca ser una guía para que la gente entienda que debe cuidar su patrimonio y por qué no pueden cambiarlo sin consultar a los expertos. Creo que el hecho de que exista un libro donde está catalogada su propiedad, sirve para que la gente entienda que tiene que preservarla”, considera la
arquitecta.

Este inventario, añade, también busca contribuir a llamar la atención en torno a la importancia de rescatar aquellos inmuebles deteriorados o en el abandono. “Recuperar un edificio patrimonial es muy caro, pero creo que los dueños, las instituciones deben entender que vale la pena recuperar e invertir en ellos. Hay muchas instituciones privadas o representaciones gubernamentales de los estados que han ido considerando el valor de estas casas y han entendido que se pueden utilizar como oficinas, sin deteriorar la construcción. Ese es un modelo que podría funcionar”, apunta.

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