Juan Bañuelos, el poeta que junto con sus cuatro amigos: Óscar Oliva, Jaime Augusto Shelley, Eraclio Zepeda y Jaime Labastida, emprendieron un grupo de juventud denominado La espiga amotinada, murió ayer, a las 13:00 horas, víctima de una neumonía atípica respiratoria, según informó a este diario su hijo Sebastián Bañuelos, quien también precisó que su padre murió a los 86 años.

El escritor chiapaneco nacido el 6 de octubre de 1930, murió en un hospital de Tlalnepantla.

Sus restos fueron velados desde anoche en una funeraria de la colonia Juárez. Hoy su cuerpo será cremado, tal como afirmó la familia del autor de poemarios como Escribo en las paredes en Ocupación de la palabra; Espejo humeante; No consta en actas y Destino arbitrario.

Bañuelos aseguró en más de una ocasión que los poetas “somos alma y sonido en pie, somos, somos un acto pulsante”. Fue fiel a la poesía: “Un poeta es aquel que habla, pero que habla con el corazón. Hoy el mundo necesita del poeta”.

Bañuelos estudió en las facultades de Derecho, Filosofía y Letras, y en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Se dio a conocer como parte del grupo literario que en 1960 publicó el volumen colectivo La espiga amotinada, que reunió las obras: Puertas del mundo, de Bañuelos; La voz desbocada, de Óscar Oliva, La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley, Los soles de la noche, de Eraclio Zepeda, y El descenso, de Jaime Labastida.

Cecilia Bañuelos, también hija del poeta señaló: “En nombre de la familia Bañuelos, estamos consternados por la pérdida de mi padre. Fue una persona que aportó tanto a la literatura mexicana y, en particular, a la literatura que defiende los derechos indígenas”.

Fue ella quien destacó que Juan Bañuelos además de dedicar su vida a la poesía estuvo en la lucha social y la defensa de los pueblos indígenas y de sus derechos. “Fue una persona que se involucró con el Movimiento Zapatista y estuvo al tanto de la mediación cuando sucedió el conflicto en 1994”.

Su amigo y compañero literario, Jaime Labastida, señaló: “Fuimos amigos desde 1957. Fue un amigo entrañable, puedo decir mi hermano. Los que constituimos La espiga amotinada ya nos estamos yendo: primero Eraclio, ahora Juan. Me duele muchísimo, no tengo palabras”.

Su obra fue traducida al checo, polaco, húngaro, noruego, sueco, búlgaro, rumano y alemán, y grabada en la colección Voz Viva de México de la UNAM. También fue un colaborador en distintas publicaciones literarias.

Obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 1968 por “Espejo humeante”; el Premio Chiapas en la rama de Arte 1984 por su destacada aportación a la lírica de México; el Premio Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer 2001 por “El traje que vestí mañana”; así como el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio de Poesía José Lezama Lima por A paso de hierba.

También fue miembro fundador del Ateneo de Chiapas, así como un destacado coordinador de talleres de poesía de la UNAM y de las universidades de Guerrero, Querétaro, Sinaloa y Chiapas.

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