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El mundo de Ana María Shua es amplio pero a veces ella lo siente pequeño; sus grandes temas literarios rondan la muerte “no hay nada que nos defina tanto como la finitud y la conciencia de esa finitud”, pero también la salud y la enfermedad, las relaciones médico-paciente y las relaciones familiares “donde encuentro la pasión y el horror entremezcladas”. Su mundo se expande en el cuento, el microrelato, la novela y la literatura para niños.

La escritora argentina nacida en 1951, está en México para presentar hoy, la antología Contra el tiempo, dentro de la colección Vivir del cuento de la editorial Páginas de Espuma. Esta colección editada por su joven colega Samanta Schweblin, le da la oportunidad de que México la conozca como escritora en general y no sólo la celebre como microrrelatista.

“Sobre todo es muy importante presentarme en esta antología en México como cuentista porque aquí se me conoce sobre todo por los microrelatos. Estoy muy contenta y orgullosa con mis microrrelatos pero no me gusta la idea de ser microrrelatista. Yo soy escritora y escritora es más que hacer microrrelato”, señala la autora de más de 150 libros, la gran mayoría destinados a los niños, donde tiene también cinco novelas, cuatro libros de cuentos y cinco libros de microrrelatos.

“Esta es una antología que no hice yo, es una colección de Páginas de Espuma, donde un autor más joven antologa a un autor de más edad, y tuve la suerte de que Samantha Schweblin aceptó antologarme, tengo mucha admiración por el trabajo de ella; es una excelente cuentista. Sus selecciones fueron interesantes, sorprendentes, quizás no fueron las que hubiera elegido yo pero marcan un recorrido de lectora que a mí resultó fascinante”, señala Shua en entrevista.

La escritora comenzó su carrera en plena dictadura militar e intimidada por la tradición de la literatura argentina: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar y Silvina Ocampo, y luego todos los que vinieron después con el boom latinoamericano. Se inició escribiendo poesía, luego novela, cuento, microrrelatos, géneros que alterna cotidianamente.

“No sé si tengo un estilo, me parece que voy acomodando el estilo a lo que estoy contando en ese momento. Dicen que tengo una especie de ingenuidad malévola y en eso hay algo que me gusta mucho: es ser dulce y apretar fuerte a la vez. Esa es mi idea de la literatura”, apunta la autora de La sueñera, Casa de geishas, Los amores de Laurita y El libro de los recuerdos.

Ana María Shua sabe que la literatura es el arte de perturbar lectores; dice que al lector hay que estarlo sorprendiendo todo el tiempo, dejarlo que camine tranquilamente por un camino pero tenerle preparado un pozo y cuando empieza a salir del pozo darle con un palo en la cabeza, después dejarlo que camine un poquito más y volverlo a sorprender. “La idea es que no salga del cuento exactamente igual que cuando entró, que le ocurra algo que lo cambie y lo modifique”.

Sabe también que un escritor es en primer lugar un lector apasionado “y yo soy una lectora apasionada desde muy chica. Empecé a leer a los cuatro años y nunca paré desde entonces, todavía leer es una de las mejores cosas que me pasan en la vida y todavía sigo encontrando libros que me asombran, que me estremecen y perturban”.

Shua presentará Contra el tiempo hoy, a las 19 horas, en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, con los comentarios de Alberto Chimal y Mónica Maristain. Allí compartirá sus certezas, una de ellas es que le gustan los juegos de la literatura. “Quisiera que cada uno de mis cuentos fuera muy diferente de los demás y cada uno de mis libros trajera algo nuevo, lo que con los años se va haciendo cada vez más difícil. Uno va escribiendo y cargando sobre el lomo los libros que ya escribió y entonces diferenciarse de uno mismo cada vez es más difícil”, concluye.

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