Si un trastorno de ansiedad no es detectado y tratado en la etapa infantil, puede derivar en que los pequeños dejen de realizar actividades que les gustan, tengan bajo rendimiento escolar y baja autoestima, alertó la doctora Laura Hernández Guzmán, de la Facultad de Psicología de la UNAM.

La ansiedad es una emoción que de forma normal nos mantiene alertas, pero cuando es tan fuerte que el miedo es desproporcionado y afecta el funcionamiento cotidiano, se convierte en un trastorno.

Aunque es equivalente al miedo, no es lo mismo. En el miedo nos enfrentamos en un momento específico a algo que representa un peligro y en la ansiedad podemos anticiparnos a una situación que no necesariamente es peligrosa.

Hay diversas situaciones por las que los niños pueden sentirse ansiosos, ya sea por problemas en el hogar, porque les dan miedo las arañas o porque van a recibir una inyección. En los niños mexicanos los síntomas más comunes son somáticos, es decir, les duele el estómago, la cabeza o presentan náuseas.

Originalmente sólo se reconocía la ansiedad por separación como propia de los niños. Esta se presenta cuando el menor muestra una preocupación excesiva por estar separado de sus padres, de su hogar y porque no le gusta estar solo.

Hernández Guzmán advirtió que por lo general este tipo de reacciones no se atiende. Esto provoca que ese temor excesivo se convierta en un problema para la familia y afecte la conducta del menor.

Relación entre ansiedad y depresión

La ansiedad infantil se confunde con la depresión, pues comparten síntomas y en ocasiones se diagnostican indistintamente.

La investigadora puntualizó que es necesario entender la psicopatología como una dimensionalidad y no en términos categóricos, como lo consideran los sistemas de clasificación. Esto porque la ansiedad y la depresión, junto con otras patologías, llegan a presentar síntomas muy parecidos.

“Nosotros trabajamos desde un punto de vista dimensional, que permite ver a la ansiedad y la depresión como un conglomerado de síntomas que se mueven a lo largo de un continuo llamado problemas internalizados, que incluye tanto ansiedad como depresión”.

Alrededor del 30% de los infantes presenta problemas internalizados, es decir, ansiedad y depresión. Por lo tanto, al tratar estos trastornos se utiliza una nueva perspectiva de tratamiento conocida como transdiagnóstico, gracias al cual se tratan los dos prácticamente de la misma manera.

“Al no tratarse los problemas se complican más, porque la forma en que interactuamos con el ambiente es progresivamente más compleja a lo largo del desarrollo”, concluyó.

Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM

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