Sistemas hidráulicos que imitan el pico de un flamenco, locomotoras que emulan el de un martín pescador o chalecos antibalas que simulan la tela de araña son algunas de las innovaciones aportadas por la biomímesis, que busca soluciones ya existentes en la naturaleza para resolver problemas humanos.

También conocida como biomimética, se trata de la ciencia que estudia posibles respuestas mecánicas o químicas aplicables a proyectos tecnológicos humanos, imitando o inspirándose en soluciones naturales.

El director de Ecologing, Nicola Cerantola, explica que este tipo de conocimiento "puede ayudar a crear ecosistemas humanos más fuertes y resilientes..., la misma economía circular es la aplicación de lo que hace la naturaleza, donde no existe el concepto de residuo, que ha sido inventado por los humanos".

Cerantola divide esta ciencia en dos ramas: la primera es la tecnológico-funcional, la más explorada y que consiste en copiar e imitar los principios tecnológicos extraídos de la naturaleza.

"Con la tecnología, nos estamos acercando a entender estos principios en el nivel de superficie material, pero también de durabilidad, resistencia a los golpes, aislamiento térmico..., todo ese tipo de funciones ya están bastante exploradas", explica.

La segunda rama es la ecosistémica, que está "menos investigada y es la más interesante" al basarse en cómo las diferentes especies coexisten, comparten recursos y se ayudan mutuamente o lidian con emergencias.

En España existen empresas dedicadas a convertir este campo en negocio, como es el caso de Biomival, que lleva desde 2012 desarrollando soluciones en el campo de la biomímesis.

Así, mediante resonancias magnéticas del pico de un flamenco posteriormente transformadas en moldes gracias a una impresora 3D, este equipo ha sido capaz de reconvertir la tecnología natural de esta especie para crear un sistema hidráulico de turbinas.

La cuestión de si se puede patentar la naturaleza es contestada por el fundador y consejero delegado de Biomival, Rafael Aparicio, con el siguiente argumento: "ella te da gratis ese conocimiento pero..., el hecho de que llegues a descubrirlo, entenderlo y aplicarlo es lo que lo hace patentable".

De hecho, lo que se registra es el mecanismo aplicado a la tecnología, de acuerdo con las normas ISO (Organización Internacional de Normalización) que fijan "cómo copiar de la naturaleza".

Estas reglas, en realidad, "no son obligatorias, pero indican que la biomimética va muy en serio".

Entre otros proyectos que se están desarrollando en este momentos, Aparicio cita estructuras basadas en la forma en la que crecen huesos y árboles, llamadas 'soft kill option', que consisten en suprimir la parte débil previo cálculo: "hay programas informáticos que determinan cuál es la estructura más ligera y la más fuerte".

Ejemplos de esta nueva técnica son los coches con armazones óseos, la arquitectura arbórea o las herramientas de trabajo más ligeras.

El responsable técnico de Biomival, Agustín Falcó, detalla que "el país más destacado en este campo en Europa es Alemania, muy centrada en la parte de ingeniería, mientras que fuera de ella tenemos a Estados Unidos, más centrado en la parte biológica..., aunque también a nivel mundial China es una potencia en la aplicación de esta ciencia".

No se puede catalogar la biomímesis como algo nuevo: varios personajes históricos se nutrieron de la naturaleza para inspirar sus creaciones, como Leonardo Da Vinci con sus máquinas voladoras recopiladas en su manuscrito Código del Vuelo de las Aves.

Otro pionero más moderno fue el arquitecto Antonio Gaudí, referente gracias a su estilo personal basado en la traslación de la naturaleza a su arquitectura.

Entre otras aplicaciones del biomimetismo están los edificios que autorregulan su temperatura al igual que lo hace un termitero, cintas adhesivas que imitan el mecanismo de adhesión de las patas de un camaleón, pintura que repele el agua y la suciedad como la flor de loto o bañadores que reducen la fricción del agua imitando la piel de un tiburón.

kal

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