Texto: Arturo Orozco Leyva

Por muchos años, el concepto de movilidad ha estado centrado, principalmente, en el desarrollo de productos (e.g. coches, trenes, etc.), infraestructura (e.g. carreteras, líneas de metro, etc.) y en su integración. Sin embargo, de la mano de nuevas iniciativas empresariales, así como nuevas políticas públicas en distintas ciudades del mundo, el concepto de movilidad se está abordando de forma distinta: centrada en los usuarios; es decir, responsiva, adaptable a las preferencias y hábitos de las personas.

La movilidad bajo demanda engloba aquellos modelos de negocios que, a través de una plataforma tecnológica, logran poner a disposición de los usuarios una forma de trasladarse, facilitado por la convergencia de tecnologías como el teléfono inteligente, la geolocalización y una mayor conectividad entre dispositivos. También existen factores de contexto: la creciente urbanización del planeta con el consiguiente incremento en la congestión vehicular y las emisiones.

El modelo de movilidad bajo demanda más popular en el mundo es el ofrecido por empresas como Uber, Cabify o Didi Chuxing. El servicio conocido como ride-hailing, es ya un mercado tan grande a nivel global que Goldman Sachs ha estimado su valor en 36 mil millones de dólares. Otras firmas, como Frost & Sullivan, han estimado que su valor podría llegar a los 350 mil millones de dólares para la próxima década.

Son cifras impresionantes que denotan que las alternativas de movilidad bajo demanda han llegado para quedarse y están provocando cambios en el comportamiento de los usuarios. El Estudio Global del Consumidor publicado por Deloitte cada año señalaba en 2017 que, en México, alrededor de 82% de los consumidores había utilizado al menos una vez el servicio de ride-hailing y este porcentaje se incrementaba hasta 88% en la generación millenial. Al preguntarles a los usuarios de dichos viajes sobre el uso del automóvil privado, 54% respondió que cuestionaba su necesidad de poseer vehículos en un futuro cercano. Dicho porcentaje llegaba a 60% entre las generaciones Y y Z.

Estudios similares en otros países han arrojado conclusiones parecidas: estamos viviendo un cambio en las preferencias de los usuarios y, sobre todo, en la forma en la que las nuevas generaciones están entendiendo el concepto de propiedad del automóvil.

El temor para muchos distribuidores es, por tanto, si este cambio se traducirá en menos ventas de automóviles. Diversos estudios no parecen apuntar en esta dirección. En términos globales, se espera que la industria siga creciendo en la próxima década, espoleada por las ventas en países emergentes como China, donde el espacio para la motorización aún es amplio. Sin embargo, a medida que siga creciendo el negocio de ride-hailing, las ventas de flotillas de autos para la movilidad compartida empezarán a tener un mayor peso en el total de ventas y, esto sí que representa un cambio de paradigma.

En un mundo de movilidad compartida, muchos expertos visualizan la necesidad de un cambio en el modelo de negocio del concesionario. En una encuesta anual a ejecutivos de la industria, KPMG encontró que 56% de los entrevistados preveían que el número de puntos de venta decrecería entre 30 y 35% para 2025. Lo anterior se explicaba tanto por un cambio en el perfil de los clientes (de ventas individuales a flotillas) pero también por la necesidad prevista de que muchos puntos de venta se consolidarían para transformarse en grandes centros de servicios atendiendo a flotas de vehículos.

Si esto resulta ser cierto, el paradigma de la movilidad compartida habrá traído cambios profundos para la industria automotriz en los próximos años.

*Profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School

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