En la industria de crowdfunding una persona puede crear una campaña (conocida también como proyecto) en donde solicita fondos a una multitud de interesados.

Esta campaña, en caso de fondearse, tendría la obligación de realizar el proyecto para el cual se solicitaron los recursos. Los que apoyaron recibirían a cambio un producto, servicio, pago monetario o la pura satisfacción de haber contribuido a una causa social.

Las campañas de crowdfunding se publican en plataformas de internet que facilitan su diseminación a públicos masivos.

Este modelo operativo permite que emprendedores puedan fondear sus proyectos de una forma relativamente rápida y representa en algunos casos su única vía para financiarse ya que no pueden acceder a préstamos bancarios.

Pero, la misma naturaleza digital de las plataformas trae consigo retos importantes como lo son el anonimato de las transacciones virtuales, la despersonalización de las relaciones comerciales y la dificultad para observar el comportamiento de las personas que interactúan en las plataformas.

Y para complicar más las cosas, los incentivos de las plataformas están dirigidos a fomentar el que existan (y se financien) más campañas.

Esto debido a que las plataformas cobran una comisión sobre los recursos otorgados a las campañas de crowdfunding.

Pero, ¿para qué existe el crowdfunding? Brevemente explicaré dos respuestas extremas que nos pueden hacer reflexionar un poco sobre ello. Una razón puede ser para conectar inversores con emprendedores y con ello satisfacer querencias de la sociedad.

Otra razón podría ser para ayudar a promover el desarrollo humano. Estas parecen ser dos posturas muy distintas que tienen consecuencias radicalmente diferentes.

Si consideras que el crowdfunding existe simplemente para facilitar una transacción comercial, entonces estaríamos siguiendo la postura de Ronald Coase y Oliver Williamson, ambos acreedores del premio Nobel de Economía, quienes tenían la perspectiva de que las empresas se crean cuando es más económico hacer algo dentro que fuera de la organización.

Esta perspectiva pone como fin último la eficiencia sin cuestionar mucho la ética de la transacción. Entonces siguiendo esta perspectiva, las plataformas se dedican a conectar emprendedores con inversores.

Sin embargo, si consideras que el crowdfunding existe para apoyar al desarrollo de la sociedad desde una perspectiva integral, entonces estarías de acuerdo con Domenec Melé y su visión de que una empresa es una comunidad de personas y que debe existir para promover el desarrollo humano.

Con ello, las plataformas no solo estarían conectando emprendedores con inversores, sino que además cuidarían la aportación de cada campaña al desarrollo humano.

Consideramos que las plataformas de crowdfunding tienen que tener como fin último el desarrollo de la sociedad. Con ello necesitamos que los dueños, directivos y usuarios de las plataformas tengan esto mismo en mente. No se trata simplemente de facilitar transacciones sino de formar personas.

Entonces si algún día vas a crear o financiar una campaña, si trabajas en la industria o si participas en la legislación de la misma, no olvides que el crowdfunding existe para promover el desarrollo humano.

Los autores son profesores del área
de Análisis de Decisiones del IPADE e IESE, respectivamente.

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