Para no tener crecimientos decepcionantes que promediaron en las últimas décadas 2.5%, México debe dejar de aplicar políticas procíclicas que son contrarias a lo que debe hacerse en momentos de dificultad, aseguró el Premio Nobel de Economía 2008, Paul Krugman.

Con mayor gasto público debiera enfrentarse el desplome de los precios del petróleo y considerarse políticas de largo plazo, como lo hacen países como Chile, cuyo gobierno eroga más cuando la cotización del cobre cae, expuso en entrevista con EL UNIVERSAL.

El economista estadounidense comentó que hace unos años empezó a prestar atención a México y, aunque no es un experto en el país, consideró que la dependencia por los precios del petróleo y su actual caída provocan fluctuaciones en la economía mexicana más pronunciadas de lo que se pueden verse en otras economías, aunque no vislumbra crisis alguna.

El catedrático de la Universidad de Princeton aseveró que las reformas estructurales hechas en México no serán milagrosas, tomarán una década en dar resultados y están acotadas únicamente a dar crecimiento económico; no servirán para terminar con la desigualdad ni con la pobreza.

Para Krugman, el FMI, el Banco Mundial y, en general, los organismos internacionales, tuvieron errores y sobrevendieron sus recetas durante décadas, aunque últimamente han mejorado su actuar, expuso.

Sencillo y con la compañía de cuatro artículos electrónicos, un celular, laptop, tablet y un Kindle, el Nobel de Economía, dijo que en la crisis de 2007-2008 se vio cómo los fundamentales del modelo capitalista y el neoliberalismo están bien, el problema es que los gobernantes lo aplican mal.

¿Qué pasó con el capitalismo después de la crisis del 2007, tenemos que pensar en un nuevo modelo?

—Sabemos qué debemos hacer. La crisis tiene que ver, en menor medida, con los fundamentos del capitalismo.

No obstante, la gente dice no saber cómo reestablecer el empleo y el crecimiento, pero sí lo sabe. Después de la crisis se han implementado acciones que tienen su origen en el capitalismo, además de que basados en los fundamentos macroeconómicos se han logrado predecir exitosamente los efectos de los problemas monetarios y de la política fiscal.

Para el sector privado necesitamos un mayor apoyo de la política fiscal, que sea más agresiva. Pero lo que ha pasado es que tuvimos una austeridad fiscal sin precedente. Y cuando hemos gastado más tuvimos una política fiscal inadecuada, resultado de que los políticos no quieren creer lo que dicen los fundamentos económicos, porque estos elementos del modelo trabajan muy bien.

Es un problema de política económica, no del modelo económico por sí mismo. Eso es un problema, ¿cómo enfrentar así la peor crisis de las últimas tres generaciones? La primera cosa que hicieron los políticos fue abandonar todo, en lugar de aprender cuál era el problema. Es cuestión de la naturaleza del sistema político y tal vez se relaciona con la confusión de los economistas que no pueden hablar a una sola voz.

¿Es el final del capitalismo y neoliberalismo?

—No, es tiempo de ser más modestos, en términos de lo que uno cree que los mercados pueden lograr o las metas que se pueden alcanzar.

Cuando llegamos a 2007 nos dimos cuenta que no había mucha regulación para los gobiernos; a los bancos se les dejó que hicieran lo que quisieran, la apertura de mercados no estaba tan regulada, los gobiernos fijaban sus presupuestos sin importar que subiera su déficit, y todas esas cosas demostraron que estaban mal y que debíamos tener una regulación financiera más fuerte.

Si ves lo que implica en términos del sistema económico, no estamos hablando de terminar con el capitalismo, estamos hablando, tal vez, de limitar más el sistema, de tener una capitalismo con más garantías, porque esto es lo que tenemos.

Al ver al sistema económico estadounidense en 1950 o 1960 había unas regulaciones bancarias muy estrechas, mercados abiertos y políticas públicas que soportaban todo este sistema, como, por ejemplo, el capitalismo impone altos impuestos a quienes ganan más a fin de que no se concentre la riqueza, y en eso consiste el sistema.

Por eso, si vemos al Estados Unidos de los 60 podríamos haber dicho “eso no es capitalismo”, pero sí lo fue, aunque con restricciones y garantías.

¿Entonces no es momento de buscar otro modelo económico, solamente tomar lo mejor?

—No, es momento de buscar otro modelo. Hay que aprender de nuevo las experiencias del pasado.

Cierto que las políticas son a veces preocupantes, porque los políticos están muy determinados a hacer las cosas mal. Pero no es un problema del modelo, sino de la forma en que aplican las políticas los gobiernos.

Hace tiempo dijo que con altos precios del petróleo se podría enfrentar una guerra, pero no sucedió. Ahora vemos que Arabia Saudita, un país petrolero, le declara la guerra a Siria, lo que coincide con precios bajos del petróleo. ¿Qué veremos ahora con estos niveles de precios de los hidrocarburos?

—No creo que el precio de petróleo sea un tema global que genere crisis, aunque en algunas economías sí afecta. La crisis de 2008 aún no acaba, pero ahora estamos en una depresión; sin embargo, no vamos a otro abismo. No tenemos un tipo de crisis aguda o extrema. No estamos en diciembre de 2008, cuando todo estaba mal, pero aún estamos en problemas.

La crisis de Grecia fue más política. En España no estamos viendo una crisis extrema, las tasas de interés están bajas, pero no tanto como en Estados Unidos. Los españoles viven otros problemas, como el hecho de que los jóvenes no pueden encontrar trabajo, pero esto no tiene que ver con que se vaya a colapsar la economía ahora, solamente se trata de una difícil situación.

En estos momentos, ¿de qué economías debería preocuparse el mundo por el comportamiento que tienen?

—Estoy preocupado por Argentina, porque ellos se recuperaron muy bien de la crisis económica con medidas ortodoxas, pero en realidad nunca normalizaron las cosas y eso es un problema político, además de que tienen temas pendientes a tomarse en cuenta, como los fondos buitres.

Brasil está en una turbulencia, pero no significa que vaya a estrellarse; México no tendrá más de eso, pero registra fluctuaciones.

Estoy preocupado por China, porque tiene ciertos límites en su modelo de crecimiento. Es una economía que tiene enormes montos de inversión, no muy buen nivel de consumo y podría mantener por un tiempo su crecimiento, pero va a caer rápidamente el crecimiento.

Veremos un aterrizaje duro. Por eso, creo que este modelo tiene que acabar. La inversión caerá porque no habrá suficiente oportunidad, porque el consumo tendrá que encontrar su lugar y hay un tremendo déficit interno.

China es altamente vulnerable a tener problemas. Puede ser superpotencia porque tiene mucha población y puede moverse.

Tal vez India se convierta en un jugador mayor, podría estar atrás de los chinos o alcanzarlos.

Cada país tiene su propia historia y hay dos grandes cuestiones a tomar en cuenta en los países: la adaptación tecnológica y los impactos en el medio ambiente.

¿Debemos entonces estar preocupados por una posible crisis en China en el corto plazo?

—Todo es posible. Los riesgos están ahí y es suficiente con estar un poco preocupado, nada más. Pero no se ve una crisis a corto plazo.

¿Cómo ve la caída de los precios del petróleo, en México ya que representan más de una tercera parte de los ingresos públicos?

—Los precios del petróleo están bajos y eso provoca sufrimiento en la economía mexicana, pero las finanzas públicas no son frágiles actualmente, por lo que no se espera un desastre.

No veo nada que se parezca a la crisis de 1994-1995. No hay elementos que permitan creer que hay posibilidades, aunque sí hay problemas por esta situación, pero si analizas a detalle los números hay elementos para enfrentar esa dificultad.

Cuando los precios del petróleo estaban altos el gobierno mexicano se endeudó y elevó su déficit público, y ahora que están bajos los petropecios están recortando el gasto. Desde su punto de vista, ¿es una buena medida?

—Creo que hay dos cosas. En general los déficits públicos a veces son malos y a veces no. Y a muchos no les gustan los déficits, pero se supone que cuando hay dificultades económicas el déficit tiene sentido, es bueno que haya déficit para hacer que las cosas se muevan. Cuando la economía está en problemas se supone que es momento de gastar más.

En el caso de México, lo que pasa es que se hace lo contrario cuando los precios del petróleo están altos, se imponen medidas procíclicas. Cuando las cosas están bien se gasta más y eso es un problema, aunque no es extremo. Hay más ejemplos de este tipo de situaciones en todo el mundo.

Lo que debieran verdaderamente hacer en México es lo que hacen otros países. Por ejemplo, en Chile cuando el precio del cobre está alto los chilenos lo ponen en el banco, y cuando caen los precios ellos piden prestado y eso se debería hacer con el petróleo en México. Aunque no he estudiado los detalles, entiendo que esto acentúa los efectos de la economía.

No creo que haya una crisis en México, aunque con estos precios del petróleo hay fluctuaciones de la economía mayores de lo que debieran ser.

Si observas a los gobiernos de las entidades de Estados Unidos, no me refiero a las autoridades federales, ellos hacen lo mismo, cuando hay un boom gastan más, bajan impuestos y cuando hay recesión hacen lo contrario.

Hay que observar lo que sucede en otros países que también hacen lo mismo sin resultados. Está el caso de Texas, una entidad de la Unión Americana que con la baja de los precios del petróleo está contrayendo su gasto.

Lo que vemos en México es que se gasta más cuando se tiene más…

—Ustedes necesitan moverse hacia una estrategia de largo plazo, lo que significa hacer esfuerzos en los buenos momentos para enfrentar dificultades cuando haya crisis.

Usted ha dicho que en México no se registró el milagro económico a pesar de que hace 30 años hubo apertura económica, porque fue un mal momento para esperar resultados. Ahora tenemos un año de haber hecho las reformas, ¿estaremos también en mal momento?

—De las reformas no podemos esperar un milagro, ni tampoco que nos den resultados en este momento. Esto tomará aproximadamente 10 años. Realmente espero que la próxima década sea mucho mejor de lo que estuvimos viendo en los anteriores 10 años.

Pero las reformas no son un milagro, hay que ver las cosas que pueden pasar realistamente.

¿Qué tanto ayudarán las reformas estructurales para generar crecimiento económico, terminar con la desigualdad y la pobreza?

—Si quieren ayudar a los pobres lo que tienen que hacer es ayudar a los pobres directamente. No esperar a que la economía mágicamente se encargue de la pobreza.

Aunque ya se ha hecho mucho en México en beneficio de los pobres, aún los niveles de desigualdad se mantienen altos. Pero las políticas en pro de ese segmento son mejores que las de hace 15 años.

Hasta lo que entiendo, porque no soy experto en esto, las reformas más importantes ya se hicieron y lograrán romper los monopolios que hay en México porque estos mantenían los precios bastante altos e inhibían la competencia.

El mismo Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que las reformas podrían hacer que se crezca de un promedio de 2.5% que ya era normal a 3.5% y eso es algo muy importante. Aunque el FMI es precavido, sería un gran logro, sobre todo porque aumentaría un punto porcentual el crecimiento promedio de las últimas décadas.

Subir ese promedio ha sido muy difícil lograrlo. Se ha esperado por años ese milagro y nadie puede explicar por qué no ha ocurrido.

En el mercado externo México como exportador ha sido un grande y lo hace bien, el único problema es que no se ha traducido en aumento del ingreso de las familias tanto como se quisiera. Pero se espera que las reformas hagan la diferencia.

México siempre ha seguido las recetas de los grandes organismos internacionales como FMI o Banco Mundial para alcanzar mayor crecimiento económico, pero no lo logra.

—Creo que no hay que pensar que los consejos son la llave de la sabiduría. Si las agencias internacionales te dicen que hagas cosas que suenan como que podrían ser socialmente destructivas y te prometen que tendrás maravillosos resultados no necesariamente tienes que creerles.

A veces se sobrevenden los consejos ortodoxos, pero podrían estar mal. Argentina llevó a cabo acciones que no eran tan ortodoxas y lo hizo por años.

Vemos que el Fondo Monetario Internacional es mejor ahora de lo que solía ser. Ahora vemos que la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, y su equipo económico son mejores consejeros que antes.

Ahora espero que también la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos sea mejor que en el pasado, además de que actualmente mis alumnos están llegando a esas instituciones.

jram

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