Mientras todos en la Cd. Mx. padecemos la escasez de agua y algunos visitamos a nuestros muertos en los panteones, levantamos altares multicolores y hacemos calaveritas, en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México quieren nadar de muertito y fingir que no hay una nueva Constitución para reelegir a su actual presidente en contra de lo que establece ésta.

En sintonía con la época, los adeptos del actual presidente del Tribunal, 42 magistrados y Elisur Arteaga, que se firma como reconocido constitucionalista y catedrático de la Escuela Libre de Derecho, están edificando un altar a la muerta Ley Orgánica del Tribunal -que fue derogada en todo lo que se oponía a la nueva Constitución, y pretenden invitarla a comer y así revivir la posibilidad de reelección por un periodo de tres años para la presidencia del Magistrado Pérez Juárez, lo que no es válido jurídicamente.

En el artículo 35, inciso B, numeral 9 de la Constitución de la Ciudad de México se establece lo siguiente: "Quien lo presida (al Tribunal) durará en su encargo un año sin posibilidad de reelección alguna, sea sucesiva o alternada, independientemente de la calidad con que se haya ostentado".

Esto significa que a partir del 17 de septiembre de 2018 en que entró en vigor este ordenamiento, la renovación de la dirigencia del Tribunal debe atender a estas reglas y todo aquello que se oponga queda sin vigor en los términos del artículo trigésimo transitorio: "Las normas del Estatuto de Gobierno del Distrito Federal y los ordenamientos legales aplicables a la entidad federativa... continuarán aplicándose... siempre que no contravengan lo establecido en ésta".

Más claro, ni el agua. No se requiere de un eminente constitucionalista para entenderlo. La prohibición de reelección es absoluta y el periodo de nombramiento es un año, aunque todavía no entre en vigor la nueva Ley Orgánica del Tribunal Superior de Justicia.

No se vale salir con las mangas del muerto y pretender nadar de muertito alegando insustancialmente mil cosas irrelevantes relacionadas con la autonomía del tribunal para no respetar lo dispuesto en la Constitución. Los magistrados electores, como cualquier servidor público, deben ajustarse al orden jurídico.

Sin embargo, con base en una convocatoria emitida el pasado jueves 27 de octubre, producto de una sesión cerrada, con una mayoría de 46 magistrados contra 33 (López Dóriga Digital, 19-10-2018), se pretende invitar a la norma muerta al banquete y mantener el estado de cosas en el Tribunal -que con independencia que éstas sean buenas o malas, que es asunto interno de ese órgano jurisdiccional- a nadie conviene que haya una controversia constitucional sobre el particular o una división que dificulte la gobernabilidad de uno de los poderes de nuestra entidad federativa.

El ex constituyente de la ciudad, Javier Quijano Báez dirigió una carta al Consejo de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, en carácter de miembro activo, en la que solicita a este órgano pronunciarse sobre el particular en los términos siguientes: "su inmediata intervención, a efecto de evitar se consume un gravísimo atropello en perjuicio de la normalidad constitucional y la moralidad pública..." debido a que el próximo 9 de noviembre se celebrarán las elecciones.

En mi calidad de barrista me sumo a su petición con una aclaración. No debemos intervenir directamente en el proceso como organización, ni pronunciarnos a favor de ninguno de los candidatos registrados en el proceso electoral de ese tribunal, pero sí manifestar una posición gremial firme sobre la trascendencia de que se respete el orden constitucional. Aquí sí vale decir les guste o no les guste, les convenga o no les convenga. No nos hagamos los muertos.

Tampoco podemos salir a defender, como Don Juan, a capa y espada, la autonomía de un Tribunal si éste no respeta a la Constitución vigente, tal y como lo pretende el eminente constitucionalista Elisur Arteaga en una carta fechada el 25 de octubre en contra de la postura de Quijano Báez. No nos pasemos de vivos.

En estos días, mientras honramos a nuestros antepasados en una fiesta sincrética en que unimos la liturgia católica de Todos los santos con las tradiciones pre-hispánicas, renovamos nuestra riqueza cultural con los colores de la flor de cempasúchil, el olor de la calabaza en tacha, la imaginería de las calaveras de azúcar y el sabor de las frutas cristalizadas, hagámonos un campito para evitar que naden de muertito y luego finjan que no pasó nada, y que todo sigue igual en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México por tres años. Vale.

Miembro Electo del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I

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