Al iniciar la integración económica con Estados Unidos y Canadá, uno de los argumentos para explicar cómo mejoraría el desarrollo de México era que ocurriría el fenómeno de los vasos comunicantes: habría transferencias de tecnología y mejora salarial a los trabajadores mexicanos. Pero el beneficio económico se quedó en una minoría.

El artículo 1 del Acuerdo de Cooperación Laboral, que se anexó al tratado original, contemplaba mejorar las condiciones de trabajo y los niveles de vida en el territorio de cada una de las partes, lo cual no ocurrió y por el contrario, México ofertó mano de obra barata como ventaja competitiva.

La pobreza y la desigualdad en México no son casuales, tienen orígenes muy concretos en la corrupción e impunidad. ¿O cómo explicar que, pese a billones de pesos ejercidos durante décadas para el combate a la pobreza, estas políticas públicas han fracasado y hoy tenemos más de 50 millones de pobres? Está documentado que la desigualdad social en México se acentúa, de acuerdo con un reporte reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) (https://goo.gl/lB06l9).

Son altos los costos que pagamos como país a causa de un modelo económico que no considera prioritario dar condiciones de vida digna a las familias mexicanas. Pulverizada su capacidad adquisitiva, se rompen las metas de crecimiento personal; se interrumpen los estudios; la cultura deja de ser prioridad y en consecuencia se pierden los valores, se rompe la convivencia en familia, se pierde la esperanza, el rencor social se acumula y miles de jóvenes prefieren escapan por la puerta falsa que les ofrece la delincuencia organizada.

Las cifras describen a cabalidad el drama económico familiar: la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) detalla que el ingreso promedio por hogar fue de 46.521 pesos trimestrales y en agosto la inflación fue la más alta de los últimos 16 años.

A partir del 1 de diciembre la Comisión Nacional de Salarios Mínimos determinó que el salario mínimo sea de 88.36 pesos, haciendo a un lado la propuesta patronal de llegar a 95.24 pesos para empatarlo a la línea de bienestar establecida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Con una hoja de ruta clara, el Frente Ciudadano por México se abrió a la sociedad para escuchar sus propuestas y construir una agenda de cambio, una plataforma que dé respuesta al agotamiento institucional que vive nuestro país.

Ante la descalificación oponemos las propuestas: el cambio ya inició, México no resiste tanta rapacidad e impunidad, tanta violencia e injusticia. Ante el presidencialismo que se reproduce en estados y municipios, gobiernos de coalición; ante la concentración de la riqueza y extendida desigualdad, Estado de Bienestar, redistribución, renta universal; ante el freno económico, el desarrollo, el crecimiento con inclusión social y sostenibilidad que mantenga a México como un país competitivo en el mundo.

México no es un país pobre; es un país de pobres, por eso planteamos proveer de oportunidades a las familias, a las comunidades y a los individuos para que se desarrollen. Sostenemos que cualquier acción promovida por el Estado en aras de tales propósitos, debe hacerse sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras y sin menoscabar la dignidad de las personas.

Secretaria general del PRD

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