Chicago, Illinois.— Como fanático del cine que soy, y en tiempos de buenos deseos, pienso que sería increíble que el presidente Donald Trump fuera sujeto del hechizo que impidió decir mentiras al abogado Fletcher Reede, personaje interpretado por el genio de la comedia, Jim Carrey, en la cinta Mentiroso, mentiroso.

Un día sin falsedades provenientes de quien detenta la posición del líder del mundo, libre es mi plegaria. Sé que mi deseo es ingenuo y sin futuro, sin embargo, urge que Estados Unidos recobre cierto sentido común partiendo por reconocer que son los hechos, la evidencia tangible y medible, lo que determine la opinión pública.

El diario The Washington Post cuenta con un mecanismo que mide la gravedad de las falsedades de los políticos. La herramienta va de uno a cuatro Pinochos dependiendo de la intensidad de la mentira. En estos tiempos surrealistas, el Post inventó una nueva clasificación, “el Pinocho sin fondo”, que caracteriza las falacias repetidas más de 20 veces.

La promesa de que México pagaría el muro fronterizo es una de ellas. Actualmente, el presidente pide al Congreso 5 mil millones de dólares para su muro. Es improbable que los legisladores le otorguen los fondos, pero destaca que Trump abandonó su retórica para demandar hoy que seamos los contribuyentes de este país quienes paguemos por su idea estúpida.

Trump difunde una narrativa ficticia que equipara el no sellar la frontera sur con dejar entrar a terroristas y “gente con enfermedades y problemas muy graves”, en referencia a los refugiados centroamericanos. En contraste, los hechos prueban que la militarización de la frontera ha generado una crisis humanitaria que ya cobró la vida de una niña de 7 años mientras estaba en custodia de la Patrulla Fronteriza.

Así mismo, hipnotizó a sus seguidores con su nacionalismo económico al prometer que devolvería la prosperidad al país. Se llama a sí mismo “hombre de aranceles” al presumir su política de tarifas a importaciones. Trump dice que los aranceles aportan ingresos fiscales adicionales pero obvia mencionar que quienes pagamos esos cargos somos los consumidores estadounidenses. Con estas medidas regresivas las políticas del presidente golpean directamente a la población que aseguró ayudar.

También, prometió vitalidad en la economía gracias al “recorte de impuestos más grande de la historia” (otra mentira, pues el recorte del presidente Reagan fue mayor), sin decir al contribuyente promedio que el alivio fiscal será pasajero y se desvanecerá en unos años, mientras que los recortes al gran capital son permanentes. Estas políticas han empeorado el panorama fiscal dejándonos vulnerables para enfrentar la próxima recesión que, se cree, golpeará en 2019.

Pero la cumbre de las quimeras es que Trump se identificó como “el candidato de la ley y el orden”. En los hechos tenemos uno de los gobiernos que más ha asaltado la legalidad sobrepasando las facultades del presidente a través de órdenes Ejecutivas —contenidas por un Poder Judicial independiente— hemos visto funcionarios abusivos y dispendiosos, conflictos de interés, entre otras antítesis de la misión con la que llegaron al poder.

En el libro Miedo, Trump en la Casa Blanca se detalla un ensayo de entrevista en que el abogado de Trump, John Dowd, toma el lugar del fiscal Robert Mueller, que investiga la colusión de la campaña del mandatario con los rusos. Luego de varios intentos, Dowd concluye que el presidente es incapaz de apegarse a la verdad y le espeta: “You’re a fucking liar”.

Fletcher Reede encontró la redención al reencontrarse con la verdad en una divertida comedia. Donald Trump es incapaz de tal redención pues ha edificado su carrera con el fraude y la simulación. El tiempo y las querellas judiciales que van llegando a su fin lo pondrán en su lugar.

@ARLOpinion

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