Ahora que se ha suspendido (“indefinidamente”) la amenaza de Trump sobre los aranceles a los productos procedentes de nuestro país, una interpretación es que se trató de una extorsión. Como en todo conflicto hay diversas interpretaciones, desde los que afirman, no sé con qué datos, que México debería haber endurecido su posición, hasta los que aplauden y dicen que fue una victoria. Me parece que ambas están equivocadas. El margen para una posición dura de nuestra parte, era extremadamente limitado. Hoy, regresamos a donde estábamos, pero con enormes compromisos ante la migración. Estamos frente a un abusador de poder, ¿qué hacer?

La relación con el vecino del norte ha sido históricamente conflictiva. Con el TLCAN se pensó que una sociedad comercial intensa sería una buena forma de gestionar la complicada vecindad. Así funcionó durante más de 20 años, hasta que llegó Trump. Durante su presidencia los golpes a México bajaron de intensidad, hasta que llegó la hora de buscar la reelección, una campaña que se dará en medio de una grave crisis migratoria centroamericana. La metáfora de que México le sirve a Trump como piñata en épocas electorales, ilustra bien la situación.

La vecindad, las debilidades de nuestro país y las enormes asimetrías de poder con Estados Unidos, nos colocan en el lugar perfecto para la extorsión y el maltrato trumpista. La política de aranceles no sólo viola al TLCAN, sino que le quita certidumbre al nuevo acuerdo, el TMEC. El poder del presidente estadounidense rompe todas las formas diplomáticas, los acuerdos comerciales y cualquier buen clima para una vecindad respetuosa. México negocia contra la pared y Trump abusa de su condición.

En México se entiende que no debemos de ponernos con Sansón a las patadas, porque no es una buena estrategia. El gobierno de AMLO ha optado por la prudencia y la negociación y así sacó adelante la negociación. En la búsqueda de soluciones México tendrá que tocar muchas más puertas dentro de EU con las que pueda hacer causa común, desde legisladores demócratas y los republicanos, hasta empresarios, porque el problema seguirá. Resulta difícil saber cuándo llegará otra ofensiva trumpista, pero hay apuestas muy firmes de que pasará pronto. La agresión del presidente estadounidense será permanente, porque es una estrategia que le da resultados con sus bases electorales, como lo hizo durante la campaña de 2016. Hoy la diferencia está en la parte mexicana, el gobierno de AMLO tiene mucho apoyo interno, a diferencia de Peña Nieto. Sin embargo, el resultado de las negociaciones frente a Trump, que para muchos fue una derrota, ya obligaron al gobierno mexicano a dar un giro radical: de la política de “puertas abiertas”, al inicio del sexenio, hasta la clausura de la frontera sur con el envío de la guardia nacional y jugar el ambiguo papel de ser un “tercer país seguro”, para lo cual México no tiene capacidad, ni estaba en sus planes aceptar. Sin embargo, una mesa de negociación con la pistola de aranceles incrementándolos de 5 a 25%, cambió completamente el escenario.

Si la economía mexicana no tuviera la extrema dependencia de Estados Unidos, habría un mayor margen para aguantar la presión trumpista, pero no es así. De forma simultánea a la negociación en Washington algunas de las calificadoras decidieron emparejar las malas noticias y bajarle la calificación al país y a Pemex para afectar los grados de inversión. Y, para rematar, el Inegi también reportó que ha bajado el consumo y la inversión. El crecimiento de la economía en 2019 se ha reducido cada vez más y las malas noticias se acumulan.

Así, mientras Trump abusa de su poder, México se mira al espejo y ve a un país en donde su principal socio comercial se ha convertido en un enemigo despiadado. Lo que urge empezar a hacer es salir de la extrema dependencia que tenemos de Estados Unidos y diversificar nuestra economía, nuestras capacidades energéticas y alimentarias. Ya no podemos buscar sólo los mejores precios, porque en cualquier momento nos pondrán otra vez contra la pared. Es urgente la construcción de una mayor autonomía para combatir extorsiones, de las que resulta casi imposible salir dignamente. Seguirá el maltrato…

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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